La tranquilidad que supone el día o los anteriores de las elecciones, es ocasión propicia para meditar sobre el futuro de la nación, espantar los malos augurios y echar a un lado la práctica de tratar de ver o construir el futuro por lo que nos muestre el retrovisor del vehículo en que viajamos.

No se necesita ser émulo de Kissinger para decidir entre las ofertas electorales. Pero la tranquilidad y el sosiego espiritual ayudan muchas veces a encontrar luz en un túnel donde no alcanza a llegar la claridad solar. Alejarse del ruido y del insustancial discurso electorero puede muchas veces ayudar a encontrar la decisión correcta.

No voten por el mero hecho de votar. Llegó el momento de darle valor al voto, de echarlo por quien te abra una luz en la oscuridad; no por aquel que ya te engañó o te sigue dando a cambio de tu endoso, lo que puedes conseguir con tu propio esfuerzo y capacidad, sin doblar la espalda o besar la mano de quien te da lo que no le pertenece. Vota el domingo 19 por un futuro de oportunidades en el que tú valgas por lo que eres, no por lo que te hace o haga falta.

Reflexionen sobre el valor que cada uno es o somos en conjunto. No dejemos que nos sigan usando o fijándonos un precio desvalorizado, por lo que se hace preciso hacerlo con plena conciencia de lo que ese voto, ese pedazo de papel, representa para tu vida y para la suerte de la nación. Una de las grandes decisiones personales en mi vida profesional, mi renuncia como director de CORDE apenas dos meses después de haber sido designado en esa alta posición gubernamental, con los riesgos personales que implicaba entonces, se me hizo más fácil tras la tranquilidad y el sosiego que casi siempre encuentro al escuchar una composición clásica o pasajes de una de mis óperas favoritas.

Mediten su voto para no tener que esperar otros cuatro años en la soledad de la desesperanza.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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