Conocí a Manuel Estrella a mediados de los años noventa. Le pedí que me acompañara en la directiva del CONEP, lo que aceptó con gusto, siempre me dice “soy un guardia a sus órdenes”. Me hace reír porque no he llegado ni a cabo.
Siempre desarrollamos una excelente amistad y nunca olvido que cuando en 1999 quería construir mi casa en Jarabacoa le pedí a Manuel si podía hacérmela y me dijo “yo no hago casas, pero a ti no te puedo decir que no”.
Manuel Estrella viene de una familia de muy escasos recursos, estudió en la Universidad Católica Madre y Maestra con crédito educativo y nunca olvidó sus orígenes, tiene muchos estudiantes becados de la universidad que nunca ha olvidado y es miembro de su consejo.
Hace pocos meses celebraba los treinta y cinco años de su empresa y contaba que había quebrado varias veces. Nada extraño para un empresario, porque todos estamos expuestos cada día a quebrar, sólo la pasión, la capacidad, lo evita y la fortaleza de espíritu que nos permite recuperarnos de cada caída.
El domingo muchos estaban sorprendidos con la noticia de un medio digital que iniciaba una campaña difamatoria contra un empresario, como lo han hecho con muchos más.
Recibí por WhatsApp muchas preguntas de amigos y les respondía que eso no era cierto y que, ante estas calumnias, primero había que ver la fuente y luego conocer al difamado.
Fernando Capellán en un tuit decía “Hay gente que están en los medios, otros que tienen acceso a estos y algunos gozan de algún reconocimiento (por cualquier índole) y que, para lograr audiencia, seguidores y likes están dispuestos a enlodar y sacarle el morbo a la gente con difamación colectiva”.
Así sucede en muchas oportunidades, pero hay otros que lo hacen por encargo. No hacen nada gratis. Recuerdo cuando salí de CDEEE, los ataques diarios de un desquiciado de la lengua que no hace nada gratis, porque en mi caso tengo claro quien le pagaba, porque él mismo cuando lo demandé me lo confirmó.
Los ataques de un pastorcito, que no es de Belén, que nunca soportó haber perdido la diputación, ya que no contaba con los fondos que de forma segura le llegaron la primera vez.
Se callaron cuando los demandé a los dos. El primero fue llorando a mi oficina y el segundo admitió, a pesar de que la jueza que llevaba el caso sólo sabía de leyes cuando quería interpretarlas, decidió que no había méritos para el caso habiendo fallado pocos días antes, un caso muy similar.
Manuel, tienes que pensar a quien molestaste, es lo malo de tener medios, recuerda a Quirino y cómo quisieron acabar con un tres veces presidente y presidente del partido de gobierno. Pero recuerda también, cómo ese mismo decía que habían sido ingratos después que él era quien los había llevado al poder y soltaba todo tipo de improperios contra figuras públicas del más alto nivel que acusaba de no haber cumplido con él y sólo en un país democrático se permite ese nivel de insultos que llegó al extremo de faltar el respeto a una dama.
Miguel Guerrero ha venido insistiendo en fijar límites a lo que se pueda decir. Hemos tenido los dos una amplia vida pública donde hemos estado de acuerdo y diferido en muchos temas, es la democracia. En este tema no estoy de acuerdo con Miguel, un gobierno que limite las libertades en las redes puede terminar con el control de todo.
Es cierto que en las redes se comenten toda clase de excesos por lo que decía Fernando, pero también es cierto que puede resultar uno de los pocos medios que no se pueden controlar.
Sólo los empresarios sabemos el costo que tiene una difamación como esta. No sólo afecta nuestra familia, también afecta nuestras empresas. Los bancos tienen miles de normas y las relaciones con clientes internacionales no sólo se malogran, sino que pueden quedar seriamente afectadas.
Pero los empresarios somos culpables de tener en los medios estos difamadores, porque nuestros anuncios son los que los mantienen y es el temor de ser difamados que nos mueve a mantener en el aire o en las redes mensajes que van en contra de valores, de moral y la honra de aquellos que no se arrodillan a sus exigencias.
El lunes la Procuradora General de la República salió al frente para decir que no era cierto lo que se había publicado contra el ingeniero Estrella.
Ahora que la más alta instancia de la justica dominicana confirma que no existe ni ha existido nada en contra de Manuel Estrella ¿se queda tranquilo Salvador Holguín? Presentará una excusa pública que, por más amplia que sea, siempre queda en la memoria o en la malicia de algunos el daño que con su falsa implicación ocasionó a Manuel.
El día que todos nos pongamos de acuerdo, ese día termina el chantaje. Ojalá todos los empresarios nos podamos poner de acuerdo para no financiar programas que injurien, que difamen.
Será un aporte al adecentamiento de los medios de comunicación.
¿No sé qué harás? Si lo demandas, cuenta conmigo que te acompañaré y el difamador conoce el camino del Palacio de Justica de Ciudad Nueva. Si decides no hacerlo para no dar importancia a quien no la merece, también estaré contigo.
Pero siempre ten presente que quien hizo esto lo hará con otros porque es en esa cloaca que mejor nadan. Todos estamos expuestos, pero si decidimos unirnos les será más difícil poder seguir asesinando honras.