En las últimas semanas estuvo en debate el tema de las evaluaciones en las escuelas y las opiniones han sido diversas en torno a estas y a su permanencia o no en el sistema educativo dominicano.

Algunos sectores entienden que las pruebas nacionales cumplieron su rol, otros la defienden a capa y espada, mientras que desde el ministerio de Educación y del Consejo Nacional de Educación, se han divulgado expresiones que podrían interpretarse a favor de su anulación.

Hasta ahora, las pruebas nacionales son el único instrumento con que cuenta el sistema educativo dominicano para evaluar el rendimiento académico y niveles de aprendizaje del alumnado, pero también las que delatan la calidad de la enseñanza del personal docente.

El propio ministro Ángel Hernández ha dejado entrever a través de la prensa la posibilidad de ponerle fin a estos exámenes que valen 30 puntos, los cuales se suman a la nota final de los estudiantes que la reciben. Entonces mi pregunta es: ¿y qué instrumentos se utilizarían para evaluar a los estudiantes?
Porque el sistema educativo dominicano continúa siendo deficiente y adolece de muchas debilidades que tienen que ver con la capacitación de los docentes, lo que lamentablemente influye en la calidad y formación de los estudiantes y las mismas pruebas nacionales han puesto en evidencia muchas fragilidades del sistema.

Si un número considerable de alumnos reprueba un examen de preguntas y problemas sencillos, hay que buscar, primeramente, el fallo en la escuela y en el maestro.

Un niño recibe el “pan” de enseñanza desde la escuela, supervisado por los padres, que muchos no cumplen con su deber, sobre todo en las escuelas públicas. Estos se desentienden de los procesos y le dejan todo a la escuela y al maestro, comenzando por las inasistencias y la hasta la deserción.

Cada país de la región mide la calidad de la educación con resultados de evaluaciones periódicas (pruebas nacionales) que monitorean el desarrollo de competencias y a través de las cuales se obtiene un seguimiento de la calidad educativa.

Esto, además, de las ya conocidas pruebas internacionales como es Pisa, cuyos resultados mejoramos mínimamente en el más reciente informe, pero con muchos retos y barreras a derribar para lograr puntajes más representativos.

Tanto el sector educativo, como el gremio que agrupa a los maestros deben sentarse y autoevaluarse. ¿Qué se está haciendo con el 4% del PIB? ¿Cómo reorientar la educación para que se cumplan los planes de estudios basados en habilidades, conocimientos, aprendizaje e investigación?

No se trata de abrir centros educativos por abrirlos. No. El asunto es contar al mismo tiempo con un personal preparado, capaz de crear y desarrollar técnicas didácticas y aptitudes positivas en el alumnado.
Así que las pruebas nacionales deben ser reevaluadas, reformuladas, ampliadas y aplicadas con el rigor necesario y adaptarlas a los nuevos cambios que experimenta el mundo.

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