Haití se ha caracterizado en los últimos 50 años por ser un lugar inseguro, dominado por políticos corruptos y sociópatas donde la pobreza arropa a la mayoría de sus habitantes. Un país abrumado por el desorden y hundido en la ignorancia y el atraso crónico.

Es un pueblo que lamentablemente no ha podido levantarse y dar respuesta a sus mayores problemas. Un país que se revuelca en sus propias miserias. La corrupción, amparada por los principales políticos y gobiernos; el robo, los secuestros, asesinatos y enfrentamientos entre bandas, son los comunes denominadores que impiden su desarrollo y actividades para el bien común.

En Haití siempre hay un problema mayúsculo. Cuando no es el pueblo que se alza y se lanza a las calles con encendidas protestas que terminan en destrucción de lo poco que tienen, son las bandas criminales y sus actos de barbarie, llevando muerte y luto a cada rincón del país, o son los mismos políticos, aquellos que desestabilizan la nación con luchas encarnizadas con el propósito de gobernar el empobrecido país, saciar la sed de poder y dominio absoluto de la cosa pública.

El escándalo más reciente guarda relación con el asesinato del expresidente Jovenel Moisë, ocurrido el 7 de julio de 2021, en su propia casa de Puerto Príncipe y que, tras la continuación de las investigaciones, a través de un proceso de Instrucción, podría estar involucrada la viuda Martine Moisë.

Esta noticia no deja de sorprender, a pesar de que en los días en que ocurrió el lamentable episodio, las declaraciones ofrecidas por la entonces primera dama, no fueron muy convincentes y la opinión pública puso, incluso, en tela de juicio, su inocencia.

Las heridas recibidas por la señora Martine Moisë no fueron de gravedad como se dijo en un primer momento, y se recuperó a los pocos días desde un hospital en Miami.

El 21 de julio, la dama viajó a Puerto Príncipe para participar en los actos fúnebres del malogrado presidente, donde pronunció un discurso en el que dijo que su esposo fue “torturado y asesinado, abandonado y traicionado” por un grupo de oligarcas y más tarde acusó al primer ministro Ariel Henry, quien ocupó las funciones como jefe de Estado, de ser partícipe de la odiosa trama.

En ese mismo mes, en una entrevista para The New York Times, la viuda daba a conocer sus aspiraciones a la Presidencia de su país, lo que llamó la atención por lo reciente del asesinato de su esposo, así como por el inicio del proceso de las investigaciones en torno al magnicidio. Un detalle importante de la entrevista en ese momento fue que ella pidió que no se revelara su paradero.

Así que las cosas no pintan nada bueno para la viuda Moisë sobre el crimen de su marido. Varios implicados fueron condenados a cadena perpetua y el caso, al parecer, continúa abierto, lo que podría dar pie a la aparición de nuevos autores y cómplices del terrible acontecimiento.

Por otro lado, la tensión sigue desbordada en Haití. Los haitianos continúan en rebeldía, matándose entre ellos mismos, y ante la posibilidad de unas nuevas elecciones para escoger a un Presidente, luego de abortar pautados comicios posterior al asesinato de Moisë, en 2021, 2022 y 2023.

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