Yermín Mercedes tiene talento para el juego de béisbol, pero alguien cercano debe decirle que con el béisbol no se juega. Ya sea en las menores o en la pelota invernal, el compromiso se asume con la responsabilidad de rigor.
Ni hablar de las GL, porque estar a ese nivel es un privilegio que requiere de una entrega mayor.
Mercedes posee cualidades para la pelota. Eso no se puede negar. La intención no es juzgarlo o acribillarlo. Es una llamada para que despierte. El año pasado fue suspendido por el Licey, no se ha tirado la primera bola del torneo y ya fue colocado en cuarentena debido a que violó el protocolo de la Liga Dominicana de Béisbol.
Si alguien conoce ese reglamento es el propio Mercedes, quien estuvo en el llamado “Taxi Squad”, que no era más que varios jugadores que acompañaban a sus respectivos equipos, en su caso los Medias Blancas de Chicago, en los partidos en la ruta por si se presentaba una lesión y había que hacer un movimiento de nómina de inmediato en tiempos difíciles para encontrar vuelos con todas las restricciones por el terrible coronavirus.
El receptor y designado de 27 años de edad sabe de esas disposiciones y, por vía de consecuencia, que los conjuntos están llamados a activar sus servicios de inteligencia. Montar esta justa otoño-invernal es un señor sacrificio en distintas aristas. ¿Y saben qué? Una manzana daña el cesto. Ese lujo no se lo puede dar nadie y menos por descuidos infantiles.
Todo individuo merece divertirse. No le veo nada malo. Vaya a todas las fiestas que usted quiera, secretas o sin secreto, pero sin mezclarlo con su trabajo. Si usted está en pelota, no lo ligue con parrandas y mucho menos en la era del Covid-19. Eso no es profesional.
Las luminarias se consagran. Pedro Martínez era de los primeros en reportarse al entrenamiento. Albert Pujols sigue siendo de otra galaxia con el trabajo.
Ellos, entre otros, nunca se sentían como dueños de nada, a pesar de tener años en las Mayores. No un día ni un turno. Lustros brillando, pero con los pies en la tierra.
La principal fortaleza de los grandes es su humildad. Talento sin disciplina es una bomba de tiempo y se termina pagando por ello.