Buen comunicador es el que usa las palabras necesarias. Directo. Sin rodeos. Firme en sus ideas.
Esa es parte de la descripción que hago de Carlos José Lugo, el flamante gerente general de los Tigres del Licey, su casa desde 2006, cuando inició como comentarista. Ahora es la cabeza del departamento de operaciones de la emblemática franquicia, cuya última corona local fue en 2016-17.
Carlos José está consciente de la sequía, las expectativas y lo que va con el territorio de tener ese puesto. La pelota invernal no es para desarrollar. Se sale a ganar desde el primer día.
El fanático azul piensa en títulos y más ahora que las Águilas han empatado en coronas tras obtener la 22. Si algo mortifica a un seguidor de los Tigres es que los parroquianos amarillos tengan los derechos de jactarse que son los más ganadores.
La idea pega para ambos bandos, pero, en lo que se investiga el caso, los campeones son los aguiluchos.
Me llamó la atención ayer de Carlos José, en una entrevista que le realizamos en Mañana Deportiva, programa radial que conducimos junto a Satosky Terrero y Máximo Díaz, que no se preocupa por lo que no puede controlar. Así lo dijo cuando se le habló del proceso para su elección, que en un momento los favoritos eran otros y, muy al final, emergió su candidatura y ganó la carrera.
Eso es bueno, porque en esta pelota no se debe perder el norte por más alta que esté la temperatura. Hay que tener sangre de anfibio. Y que nadie se engañe: con los equipos grandes siempre hay presión.
Como es de esperarse, Lugo, de sobrada calidad con el micrófono, de inteligencia por encima del promedio y todo un caballero en el trato, inicia su mandato con muchas interrogantes. No dudo en su capacidad. Jamás.
De todas formas hay que mejorar el equipo, buscar un dirigente y, si algo me permito sugerir, es que la comunicación con el camerino del conjunto y sus líderes sea óptima y sin ruidos.
La tarea no es sencilla para todo su elenco. Él sabe hablar y da señales de un temperamento frío, el mismo que deberá mantener a partir del octubre que llega en un abrir y cerrar de ojos.