Shohei Ohtani es noticia por un desempeño sin par en las últimas décadas. Hay que irse a la era de Babe Ruth para pensar en algo parecido y, como escuchaba decir a mi difunto padre “en esa época andaba Dios por el mundo”.
Paralelamente con su accionar a la ofensiva y a la defensa se acercan unos días intensos con la maravilla japonesa.
Este es su último año antes de entrar a la agencia libre. Por lo tanto su equipo, los Angelinos de Los Ángeles, debe decidir si le hace una oferta que hasta el momento se asume que sería en un terreno de nunca visto, llámese 500 millones de dólares o cerca, o pensar en un posible cambio y, en última instancia, dejar que transcurra la campaña bajo el riesgo latente de perderlo por nada desde que ingrese al terreno en el que gana el llamado mejor postor.
Vaya dilema tiene la escuadra, que hasta la jornada de anoche estaba segunda en su División Oeste (41-34) y peleando por uno de los comodines de la Liga Americana. Si alguien vale lo que pida es Ohtani, el líder en jonrones de las Mayores con 24, entre otros encasillados que encabeza con el garrote y uno de los lanzadores más destacados del negocio.
Pero los Angelinos tienen unos contratos pesados en Mike Trout y Anthony Rendon. Comprometer más de 400 millones en otro pelotero es un paso nada sencillo, como tampoco lo es canjearlo a otra organización, independientemente de que pueden pedir y mucho por él, y ni hablar de ponerse a inventar con la posibilidad de perderlo sin retorno alguno.
La fecha límite de cambios es en agosto. Falta poco para que se calienten las turbinas de los posibles escenarios. Dudo que los Angelinos sean serios aspirantes a la corona con Ohtani. En el mismo tenor, traspasarlo traería consecuencias complicadas en lo que a la imagen y el mensaje de competir se refiere, aunque en lo personal es por la ruta que me inclino, a menos que se pueda negociar un pacto que no hunda el futuro de una escuadra de mercado pequeño.
Mientras, Ohtani es el MVP ahora mismo y nadie duda que vale “una cuartá” que no la brinca un batallón de chivos azuanos.