Esta fuera de discusión que los fenómenos sociopolíticos y electorales de coyuntura están sucediendo con pasmosa frecuencia sin tomar en cuenta geografía, tradición democrática, liderazgos tradicionales y ni siquiera partidos o de siglas en crisis. Una simple mirada, al respecto, y la realidad nos daría en la cara ya en nuestro continente o en el viejo. De modo, que ya no sería sorpresa que un outsider o un emergente, sin el referente o condición -sine qua non- de curtido dirigente político, salga airoso en una contienda electoral interna o nacional.
Y más bien, sería, de utilidad política-pedagógica, explicarnos el porqué se están presentando estos fenómenos sociopolíticos y en esa lectura, seguro, encontraremos: descrédito de los actores políticos, hartazgo colectivo, corrupción pública-privada; y, sobre todo, escasa valoración ciudadana de prototipos de líderes o candidatos atrapados en viejos esquemas de hacer política sin tomar en cuenta que la psicología, los gustos y las prioridades de la gente cambió hacia un sujeto político más cercano, receptivo y dispuesto a escuchar más que hablar. Sin obviar, que, en algunos casos, repara en gerentes efectivos y no en liderazgo de discursos y marketing.
En el caso del precandidato Gonzalo Castillo, contrario a otros que tuvieron que construir plataformas políticas –Correa, Macron-, tiene la ventaja del apoyo de una franja o corriente mayoritaria de su partido -del que es viejo militante y miembro del CP-, de una jerarquía política de vasta experiencia en las lides política-electorales y como guía y mentor al líder, Estadista y estratega político mejor equipado que tiene el país. Pero además, un escenario –el de las primarias abiertas- idóneo para captar y atraer esa mayoría nacional desencantada de lo tradicional y esperanzada en la continuidad de políticas públicas centradas en la agenda social acumulada, como la ha priorizado el Presidente Danilo Medina.
Con él -con Gonzalo Castillo- lo de Visita Sorpresa, además de continuar reactivando el campo, la agricultura y la agroindustria, infiero, se extenderá a los barrios desde una perspectiva multifacética: educación, planificación urbana, empleo, seguridad ciudadana y énfasis en una vejez o retiro digno.
Auguro que, con Gonzalo, será tiempo de relevo y cambios y una suerte de hacer política y seguir centrando prioridad ciudadana en el gasto público, pues como has dicho, no se distraerá en chismes de redes sociales, acusaciones mediáticas ni campaña sucia, sino en propuestas…
Además, y es sumamente valioso, para avanzar en una verdadera cultura democrática: quiere ¡instaurar el código del perdedor! –has dicho que si pierde, apoyará al compañero que gane; pero que, igual, espera lo mismo-, justamente, en un país donde nadie acepta derrotas ni jubilación…