Sépase que mucho tiempo atrás ser periodista constituía un escaso privilegio por saber entender la procedencia y destino de los hechos; por escribir con todas las letras aprendidas en la lectura de libros; por trabajar apegado a la verdad real; por representar el interés general frente a todo tipo de poder; por ser un jodón impenitente frente a toda “autoridad” siempre entrecomillada… (Era, pues, una profesión escasa. Contrario al hoy, cuando miles de sedicentes “periodistas” invaden nuestra cotidianidad desde cientos de emisoras, televisoras, redes y demás yerbas dizque “comunicacionales” que no dan más que vergüenza).