Ahora sabemos que de los cinco millones de vehículos de la República Dominicana (ojo: país de poco más de diez millones de habitantes), casi tres millones son motores manejados por terroristas, que ahora serán objeto de un plan de educación etcétera, etcétera, etcétera (supongo que hasta con tiza y pizarrón), a cargo de las instituciones reguladoras del tránsito y la vialidad. Así, dentro de unos veinte años (no menos) tendríamos una apreciable reducción del caos público…No, señores. Hace muchos años tenemos el mejor plan de educación: las leyes que no se les aplican. (Con aplicarlas bastaría, sin perder tiempo en lo inútil).

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