Experiencia propia y de allegados nos llevan a descubrir lo encarecido e inhumano de los servicios de salud que se ofrecen en los centros de salud privado. Una situación que deja a muchas familias abatidas y en ruinas.
Después de agotar todo lo que cubre el seguro, los médicos recomiendan hacer gestiones para que se lleven a su enfermo desahuciado, es este caso al hospital regional José María Cabral y Báez, donde finalmente pasa a las estadísticas de deceso del centro de salud. Al llegar allí, ya no tiene cobertura de seguro y durante los días que pueda permanecer conectado o en una habitación, las familias deben cubrir todos los medicamentos que se requieran para extenderle la vida, hasta que finalmente llegue la hora del desenlace. Pero ahí no termina el sufrimiento del pariente, ya que le falta la disputa entre los que venden los ataúdes y el traslado hacia la funeraria o el lugar que sea para darle el último adiós.
Además del dolor, esta familia queda con las deudas por lo que tuvo que buscar en entidades financieras para pagar diferencias o extender los días de vida del enfermo en un centro de salud privado en el que estuvo. En ocasiones venden sus vehículos, hipotecan sus casas y contraen deudas que no pueden pagar, situación que los deja arruinados, y en medio del dolor y la impotencia deben comenzar de cero.
Situaciones como esta llevan a muchas personas que vivieron fuera del país y regresaron a su tierra de retirada a tener que retornar para tratar sus quebrantos donde les garanticen costear su enfermedad y medicamentos. La medicina en el país es cada vez más costosa e inalcanzable para los sectores de clase media, para los de escasos recursos y lo peor es que no hay solución a la vista. A esto se une la actitud cada vez más inhumana y cotizada de los profesionales de la medicina.