Es la salud un componente central del desarrollo; pero aun siendo así en el Índice de Desarrollo Humano-IDH- no se mide de forma directa como la educación o el ingreso per cápita; lo que se mide para el IDH vinculado a la salud es la Esperanza de Vida (EV) considerada como el promedio de la cantidad de años que vive una determinada población; solo como referencia la EV para España en la actualidad es de 84 años mientras que a inicio del siglo XX estaba entre 50 y 65 años. Ese espectacular incremento de la EV tanto en España como en el mundo en general con sus variaciones, se atribuye al avance de la medicina y de manera especial a la salud pública, reflejándose en grandes reducciones en cuanto a mortalidad materna, mortalidad infantil, así como el empleo de vacunas contra distintos tipos de enfermedades transmisibles o la eficaz respuesta a variadas enfermedades infecciosas.

Aun con esos avances logrados en el mundo en la salud a distintos niveles en los últimos 100 años, se presentan en la actualidad oportunidades de lograr aún más grandes progresos si a partir de la comprensión que se ha logrado en cuanto a los factores incidentes, desde el Estado se toman las decisiones apropiadas.

Para la República Dominicana la EV es de 77 años con una inversión en salud que ha rondado en 3 % del PIB- Costa Rica es del 6 %- a partir de cuyo ya inaplazable incremento se puede impactar no solo en cuanto a la EV cuyos resultados se ven en un período prolongado de tiempo, sino en algo más importante aún, que es la llamada Esperanza de Vida Saludable –EVS-. La EVS que corresponde al tiempo de vida libre de enfermedad permanente o discapacidad, que a nivel de los países desarrollados para ilustrar -dada la consistencia de los datos- se estima en 59 años promedio y que la Organización Mundial de Salud –OMS- considera que podría incrementarse hasta 15 años adicionales, solo con medidas de prevención y diagnóstico precoz; otro aspecto que confluye con el anterior y que tiene el potencial de aumentar la EVS y la propia EV, es la reducción de aproximadamente el 40 % de las muertes evitables entre las que se destacan las asociadas a una nutrición inadecuada y la inactividad física, lo que equivale a decir un estilo de vida saludable que debería ser proactivamente dirigido desde el Estado.
Una política de Estado de salud a partir de los factores considerados y adaptada a cada realidad es factible y de considerable impacto en el desarrollo humano.

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