Me he ido alejando, poco a poco, de todo lo que me roba mi paz. Y subrayo “mi” porque no hablo de esa paz universal que se promueve en camisetas y en retiros espirituales, sino de esa versión íntima, única, que yo he construido.

Mi paz tiene mis colores, mis matices, y un contrato firmado donde dice claramente: “No se aceptan dramas, vibras raras ni conflictos innecesarios”.

Confieso que el proceso no ha sido fácil.

Dejar atrás lo que siento desarmónico, lo que me hace querer huir o activa ese primitivo instinto de conservación y pelea, es como limpiar un closet lleno de cosas que un día pensé que necesitaba. Y vaya que ese closet estaba lleno: compromisos forzados, amistades por compromiso, conversaciones eternas con personas que parece que respiran drama. Todo eso, fuera.

No se trata de evitar personas ni responsabilidades – no me he ido a una montaña a meditar (aunque confieso que la idea me tienta); Es más bien entender que no todo lo que llega a mi vida debe quedarse.

Hay una selección consciente, como un curador en un museo de la calma; ¿Esta situación aporta algo bueno? ¿Esta persona suma o simplemente me deja agotada? Si la respuesta es negativa… “la puerta está por allá. Con gusto les muestro la salida”.

Lo más curioso de todo este proceso es cómo me he vuelto más ligera, ¡uff! Es como si al soltar esas piedras emocionales, caminara diferente, más libre.

Eso sí, esto viene con efectos secundarios inesperados, como tener que explicarle a la gente que no estoy siendo “ruda”, ni grosera, simplemente estoy cuidando mi energía.

Me ha tocado lidiar con caras de asombro cuando les digo que no, no puedo ir a esa reunión que podría haber sido un correo.

Lo bueno de este filtro de paz personal es que cada vez es más claro para mí lo que realmente importa.
He descubierto que no necesito agradarles a todos, ni responder de inmediato a cada cosa que aparece en mi vida.

Mi paz, esa que he tallado a mano con paciencia y amor propio, no tiene precio. Y lo mejor de todo es que ya nadie me la quita, porque esta es una vida que he diseñado para vivirla como a mí me place… Esta paz es mía, y no la voy a negociar.

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