En la cambiante atmósfera geopolítica alrededor nuestro y en la Era de Trump, las cosas apuntan a que nuestro país, pueda ser integrado a las cadenas de valor de alta tecnología y caminar hacia ser un centro de innovación. Para ello, según mi criterio personal, debemos dar pasos acelerados en muchos frentes. La educación dominicana básica, sigue siendo un mediocre juguete político, sin entenderse su enorme retraso, a pesar de los cuantiosos recursos que volcamos en ella. Estamos formando al dominicano del futuro y lo hacemos de manera inadecuada, sin darnos cuenta de que esa “materia prima” de analfabetos funcionales, es la que nutre las universidades y centros tecnológicos, que no pueden llenar las descomunales carencias con que llegan a ellas. Esto es más grave en la UASD por su carácter asistencial y el factor político. De ahí, la mediocridad. Los exámenes de admisión no representan un verdadero filtro porque, aunque suene mal, la universidad no es para todo el mundo, aunque culturalmente prefiramos al hijo “profesional”. Carecemos de estructuras de preparación técnica para absorber lo que precisa un cambio tecnológico como el que podríamos y deberíamos alcanzar. Se necesita un salto en lo que es capaz de alcanzar el Infotep, catapultando su nivel tecnológico sin abandonar lo que hoy muy bien hace. Los Institutos tecnológicos como el INTEC, UNIBE, PUCMM, UNPHU, deberán ampliar el espectro de objetivos, enfocarse además, en técnicos de alto nivel a más de ingenieros. Son necesarios, pero nos sobran, mercadólogos, administradores, publicistas, abogados y muchos otros que desembarcan en el mercado laboral y no encuentran plaza y eso es “frustración pos graduación”. Precisamos técnicos en mil órdenes, que no se forman por decreto. El ITLA, el Politécnico Loyola, (IPL), el Instituto Salesiano (ITESA) entre otros prestigiosos centros formativos, deben volver a su origen y enfocarse en graduar técnicos acorde con un futuro que se dibuja posible pero que puede alejarse como realidad. Teóricamente las estructuras formativas existen. Somos extremadamente burocráticos como entes gubernamentales y en estos programas hace falta una agilidad que no percibo. No visualizo una entidad y menos un líder, que catalize las posibilidades y que se desprenda del afán de protagonismo propio de la dominicanidad que se enfoque en ese desarrollo. Debemos escalar en el nivel de productos médicos que se pueden elaborar, con vocación a exportar y crear un ente tecnológico capaz de desarrollarlos. Existe una migración de talentos, ingenieros diseñadores, por falta de oportunidades y sin embargo ocupan posiciones importantes en países como Suecia, China, Estados Unidos y en la propia Europa. El futuro precisa de preparación técnica para abordarlo con éxito. No seamos ganadores solo en el excluyente turismo… La industria productiva es más inclusiva.

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