Al expresidente Leonel Fernández, por décadas, le profesé admiración, respeto, defensa y una amista partidaria; que, en algunos momentos, generó chismes y daños colaterales de cretinos e intrigantes que, en minoría, se dan silvestre en los partidos políticos. Pero ello nunca me amilanó para no aquilatar en él -y su obra de gobierno- más luces que sombras. Todo, siendo un danilista convencido.
Por ello, hasta el último momento, estuve esperanzado; aunque con dudas, que se quedara en su otrora partido; pero, tras la derrota interna -octubre-2019-, se marchó en todo su derecho cívico-político. Hasta ahí, lo entendí.
Sin embargo, al fundar su “partido”, creía que se iba a dedicar a edificar una nueva organización política, a demostrar que tenía liderazgo para abrirse un espacio o lugar en el electorado nacional a través de una propuesta diferente y que iría a terciar por la presidencia, nada se lo impedía, procurando romper una polarización PLD-PRM enarbolando un discurso diferenciado y, si se quiere, de ataque tanto al PLD como al PRM. Pero me equivoqué, porque el Leonel Fernández de 2020, ni se dedicó a crear un partido ni a articular un discurso nuevo, sino que se alió al PRM y enfiló todos sus cañones hacia su otrora partido; y no contento con eso, se dedicó a sonsacar y a cifrar su delirio de victoria -engañifa- no en la bases de su “partido”, sino en las del PLD; primero, a través de una consigna dirigida a la cúpula -!E pa’ fuera que van!- y finalmente, asumiendo la de su aliado -el PRM- : !Se van!
Más seña de ahí, para saber que, contrario a su discurso-aspiración de segunda vuelta o balotaje, era cuento-engaño para la ínfima minoría peledeístas que les siguió y los que quería atraer, pues su candidato era Abinader…
Otro giro delator de su ego-herido o candidatura de ajusta cuentas, fue el discurso de descalificación cuasi personal que asumió y de cómo, de nunca querer debatir o conceptualizar con nadie, de buenas a primera, ya desvaluado electoralmente, andaba, afanoso, buscando con quién debatir o conceptualizar. “¡Cosas veredes, Sancho…!”.
Sin duda, ese Leonel Fernández se había desfigurado y en su ego-revancha solo se trazó una meta-objetivo: contribuir, táctica y estratégicamente, a sacar al PLD del poder, y en ese trajín, dejó al desnudó su nuevo rasero o faceta de resentido político.
Sé bien que este es mi desencuentro-epitafio con y sobre un líder que empezó como una “mina de oro” y descendió a líder de una franquicia-entelequia. Por demás, todo indica que, el último “caudillo ilustrado”, entró en agonía irreversible (y no habrá Ave Fénix o, resurrección). Amén.
¿“Liquidado”? ¿Quién?: Leonel…