El país vive momentos de turbulencias, ante una situación que nos sacude y por la que ninguna autoridad hace nada.
La salud mental del pueblo es cada vez más crítica, una simple discusión por un puesto en una fila del banco o en un centro de comida se puede convertir en un drama que deja sin sus principales soportes a muchas familias.
Ya tenemos precedentes de que la violencia, la ira y el no pensar en las consecuencias se han tragado a dominicanos que han perdido la cabeza ante una discusión por un simple parqueo.
El caso de la médico militar Josefa García Cuello, quien decapitó a su hija supuestamente por “un espíritu maligno, algún demonio”, nos ha encontrado con las manos atadas y sin tan siquiera pensar en hacer cambios al sistema de salud, de manera que permita que los dominicanos puedan acudir a un sicólogo o siquiatra sin que sea una carga mayor para el presupuesto familiar.
A propósito de este caso, la pregunta que mucha gente se ha hecho, ¿cómo ella ejercía la medicina?, lo que evidencia otro de los dolores de cabeza de nuestro país, la falta de supervisión de los profesionales de la salud.
En el discurso de toma de posesión del presidente Luis Abinader, el pasado 16 de agosto, se refirió a varias reformas, entre ellas, citó la del sistema de seguridad social. Un anuncio que imaginamos fue aplaudido por más de una familia en sus casas, porque abordó el hecho de que los pensionados, que son los que más necesitan de un seguro médico, -partiendo de esta revisión que se plantea hacer-, estarán amparados en esta ocasión por una pensión digna.
Dicho esto, es importante que entendamos que estamos ante una sociedad que agoniza lentamente, y que urge implementar acciones concretas que nos permitan bajar la ola de violencia que nos sacude, los estudios señalan que los conflictos sociales son los que más lamentaciones traen a las familias dominicanas.
Trabajar en pos de determinar y tratar los temas relacionados a la salud mental, es también trabajar por el bienestar colectivo del pueblo dominicano. Hay proyectos de leyes que esperan por su aprobación (la ley de Salud Mental de Aníbal Díaz) y no nos cansaremos hasta que por fin los honorables legisladores levanten su mano derecha, sin miramientos y líneas partidarias a favor de lo que debió ser el proyecto en términos de salud más importante. ¡Voten honorables!