Varios hechos han consternado a la ciudadanía en estos días, uno de ellos tiene como protagonista a una joven pareja cuyo nombres son Luis Miguel Jáquez de 32 años y Elizabeth Almarante Pacheco con 24 años.
Tras su desaparición comenzamos a leer y escuchar informaciones que presumían que el desenlace no sería el esperado por los familiares de ambos jóvenes. Las investigaciones también establecieron que en la vivienda de la pareja se encontró más de 100 mil pesos, varios plásticos de tarjetas de diferentes bancos, por lo que las autoridades sospechan que ambos estaban vinculados con delitos electrónicos.
Por otro lado tenemos titulares de demanda hasta de familiares del joven Jairo González, empresario de estos tiempos modernos, donde los negocios, a veces, son más riesgosos que seguros, sobre todo cuando se trata de inversión en criptomonedas.
Una de las cosas que llamó la atención de los inversionistas que elevaron una querella formal contra González, era la opulencia que exhibía el joven de origen humilde con un pasado creíble, siendo músico cristiano en el municipio de Los Alcarrizos, pero que supo muy bien construir un perfil tentador para captar la atención de sus posibles víctimas o como él los llamó, inversionistas.
El caso que ha sido recomendado instrumentar como lavado de activos, está en manos de la Procuraduría.
José Aquilino Espinal Rodríguez, uno de los supuestos estafados y cercano a González, ha dicho que se animó a invertir en la empresa de González porque veía que era sólida, tenía un buen perfil y con sucursales.
Una vida de fantasía era lo que exhibía González, que se calificó como un joven humilde y con sueños, sin embargo, esos sueños al parecer estaban más encaminados a mostrar en las redes sociales su poder adquisitivo que incluía viajes en aviones privados y todo lo que conlleva “la buena vida”.
El deseo de tener y mostrar un estilo de vida envidiado por muchos, está arrastrando a muchos jóvenes del país a tener dinero fácil, sin la necesidad de esperar el resultado de años de trabajo y a como dé lugar, sin tan solo pensar en los riesgos.
La vida de fantasía se impone en las redes sociales y cada día más hay quienes compran la idea, so pena de que al final no tengan ni una cosa ni la otra y pierdan lo más valioso que tenemos que es la vida.