Con apenas 18 años, tomé una decisión que impactaría mi vida por siempre, decidí ser periodista, porque entendía y sigo entendiendo, que es la profesión que nos permite “cambiar algo todos los días”.

Influenciada por mis dos padres, María Ramona y Antonio Baldera, con inquietudes sociales, entendía desde ese momento, la misión que debe asumir un periodista a la hora de ejercer la carrera. Han pasado muchos años, desde aquel entonces, he tenido grandes maestros que impregnaron en mí el amor por el oficio de escribir, por contar historias que revelen realidad, por defender esas historias que incomodan a algunos, pero que necesitan otros.

Maestros que a lo largo de estos 25 años de carrera, me dieron lo más valioso; su ejemplo y el compromiso con una profesión que no es comprendida por quienes aún juzgan el rol que debe jugar un periodista en pos de la difusión de la verdad apegados a la ética.

Cuando eres capaz de hacer lo que realmente amas y te apasiona, sin dudas que suceden grandes cosas, porque no todos los días son iguales, sin embargo, tener la posibilidad de cambiar la vida de tan solo una persona, es un regalo inmenso para quienes han abrazado la profesión con el único interés de transformar vidas.

A lo largo de estos 25 años, he recibido grandes satisfacciones, sin dejar de la lado las frustraciones e impotencias, cuando ya no es posible hacer más, por esa causa o situación o por alguna persona en especial, aunque lo más emocionante ha sido poder desempeñar el oficio desde diferentes áreas y aprender algo diferente en cada una de ellas, tal y como nos lo recomendó el profesor Freddy Cruz, un día de clases en la Universidad Católica Santo Domingo.

En la víspera del Día Nacional del Periodista, celebración que se llevará a cabo el próximo 5 de abril, es propicio reflexionar sobre este oficio, abrazado por muchos, pero respetado por pocos.

El buen periodista debe tener claro el “sentido de misión” en el ejercicio de su profesión que va de la mano con el compromiso y el sacrificio (palabra que pocos quieren en su vocabulario), durante la realización del oficio.

Estoy totalmente de acuerdo con el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez que ser periodista es “el mejor oficio del mundo”, siempre y cuando pases balance y veas que con tus escritos, acciones y desempeño has podido transformar vidas y más que eso, servir a quienes más lo necesitan.

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