En cualquier competencia electoral, los partidos y candidatos intentan imponer temas en la campaña, con el fin de evidenciar las debilidades de los contrarios y potenciar fortalezas propias. En el actual proceso electoral hay discursos, eso que ahora se conoce como narrativas, de la oposición, por un lado, y del oficialismo, por otro, pero no se vislumbra, por ahora un tema relevante, de peso, en torno al cual pudiera girar la campaña y que pueda decirse que tenga fuerza para incidir significativamente en los resultados de los comicios.

Apuestas de la oposición

El PLD y Fuerza del Pueblo, principales organizaciones opositoras, han tenido problemas para juntarse, pero nunca ha sido por diferencias en el discurso, pues ambos apuestan a los mismos temas. Por ejemplo, en algún momento ambos partidos le enrostraban al Gobierno la falta de obras entregadas. La abundancia de picos y palas, para dejar obras iniciadas, y la falta de tijera, para inaugurarlas, fue un argumento común de morados y verdes. Se trata de una apuesta arriesgada porque el único que puede inaugurar es el que está en el poder, por lo que ese discurso podría tener corta vigencia. Los primeros picazos deben convertirse eventualmente en tijerazos. Otros temas presentes en el discurso de la oposición son la inflación y la inseguridad. El primero podría ser más efectivo porque se siente en los bolsillos del votante, y todo dependerá de qué tanto pueda controlarlo el Gobierno. El argumento de que es un fenómeno global es cierto pero no necesariamente la gente lo compre o lo entienda. Lo de la inseguridad, aunque es un problema que afecta a todos, no viene de ahora, y los esfuerzos por enfrentarla son más que evidentes.

Honestidad

El oficialista PRM, además de responder y contrarrestar los puntos escogidos por la oposición para tratar de que no se conviertan en temas con potencial de incidir en el proceso, ha decidido hasta el momento enarbolar la bandera de la honestidad, como garantía de pulcritud en el manejo de los fondos públicos, pero su efecto dependerá de que de algún modo se pueda convencer al electorado de que esto impacta directamente a la población. Es un reto para el oficialismo, en un contexto en el que la corrupción no figura entre las principales preocupaciones de la gente.

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