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Como nadie defiende el modelo actual, que consiste en realizar elecciones en febrero y luego en mayo del mismo año, lo ideal hubiera sido que, al aproximarse la reforma constitucional, se abriera un debate en el país, para determinar si procede unificar los niveles de elección, definiendo en la misma fecha los titulares de todos los cargos electivos, o separar los comicios, volviendo al esquema de elecciones locales y presidenciales con un intervalo de dos años entre una y otra votación. Pero aunque hay quienes propugnan por la separación, y con buenos argumentos, los que prefieren la unificación tomaron la delantera en el debate, porque fueron los primeros en salir al ruedo, con tan buena fortuna, para ellos, que el presidente Luis Abinader incluyó la fórmula en su propuesta de reforma constitucional. La unificación se impondrá, pero es un modelo que tiene sus bemoles, aunque evidentemente es mejor que el actual esquema.

El peor de todos

Los que promueven la unificación de los comicios tienen como principal argumento el alto costo que implica la celebración de dos elecciones separadas, además de que, según alegan, se mantiene la campaña electoral de forma permanente. Y los defensores de la separación sostienen que es la única forma de evitar el arrastre en las elecciones. Ambos tienen razón. Por eso es tan malo el modelo actual, porque tiene lo peor cada uno. Con elecciones en febrero y mayo, se mantiene el costo de montar dos elecciones, pero también impera el arrastre como quedó demostrado en los comicios de este año. El presidente Luis Abinader, con altos niveles de aprobación, fue clave en el triunfo del PRM en las municipales, las legislativas y obviamente, en las presidenciales.

Las separadas

Los detractores de las elecciones separadas insisten en el aspecto económico y en el proselitismo permanente, casi eterno. Lo primero es cierto, pero se les puede dar la misma respuesta que se les da a quienes critican el financiamiento a los partidos: Es parte del costo de la democracia. En cuanto a lo segundo, la campaña es casi permanente sin importar que las elecciones sean separadas o unificadas, y prueba de ellos es que actualmente, hay proyectos presidenciales activos para las elecciones del 2028.

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