Luego de las primarias del PRM, se han hecho muchos análisis sobre las causas de la derrota de los únicos dos alcaldes que ponían en juego sus candidaturas en ese certamen. De las caídas de José Andújar y Manuel Jiménez se habla más que de las victorias de Francisco Peña y Dío Astacio. Se parte de la tesis de que en estos casos, el campeón debe retener la faja, porque se le suponen más ventajas que al retador. O sea, se entiende que el triunfo de un alcalde en busca de la nominación debe ser la regla, y que la excepción es el triunfo de otro aspirante. Pero las victorias de Peña y Astacio tienen sus lecturas.
Duro de matar
En Santo Domingo Oeste la principal pista de que se avecinaba un triunfo de Francisco Peña se daban desde los litorales de sus adversarios internos. “Ese hombre no para, no descansa”, era el comentario, casi a modo de queja, que se oía en labios de gente que impulsaba al alcalde Andújar o al diputado Elías Báez. Incluso decían algo que parecía exagerado, pero que se acerca a la verdad. Mientras los demás aspirantes tenían negocios, u otras tareas que atender, Francisco dedicaba casi todo su tiempo a la política. Localmente, el hombre es un fenómeno de popularidad, pero tiene que ver mucho con eso. Ahora no estaba en el cargo, sino en la oposición, y algunos contrarios decían, a modo de consuelo, que no estaba en condiciones de repartir mucho. Se guayaron, pero está claro que a nadie sorprendió su triunfo.
“Dio” en el clavo
Desde fuera se tenía la impresión de que en Santo Domingo Este, el PRM buscaba un candidato que no se llamara Manuel ni se apellidara Jiménez. Son muchas las razones y una de ellas es que se entendía que con él se perdía la plaza. Adán Peguero parecía el fuerte en las bases pero los problemas que enfrentó como funcionario le hicieron mella. Se pensó que la sorpresa la iba a dar Bertico Santana, sobre todo por los apoyos que recibió a última hora. Pero las sorpresas no se esperan, sino que a veces se dan. Dío Astacio, pastor evangélico y buen expositor, fue el hombre escogido para enfrentar a oponentes que ya han enfrentado algunos cuestionamientos.