Las encuestas políticas han tenido varios usos en los procesos electorales del país. El uso informativo es uno de los más importantes. Cuando están bien hechas, las encuestas dan una idea de cómo anda la correlación de fuerzas en un proceso, al punto de que pueden pronosticar casi con exactitud los resultados de las votaciones. También se usan como mecanismos de promoción de los partidos y los aspirantes a puestos electivos. Es decir, se entiende que de algún modo los resultados de una encuesta pueden influir a los votantes, por aquello de que muchos se inclinan a votar por quienes estén mejor posicionados, por lo que los competidores de los procesos publican o filtran sus encuestas, para crear percepciones, a veces con base en la realidad, otras veces con algunas dosis de maquillaje. Las encuestas también tienen otro uso. Los proyectos políticos las usan para fines internos, para conocer fortalezas y debilidades y comprobar cuáles son los temas que les interesan y preocupan a los electores. Es entonces cuando la encuesta se convierte en un insumo para elaborar estrategias y discursos y tomar decisiones en una u otra dirección. Así de provechosas son las encuestas para los actores políticos. Pero ahora las encuestas también sirven para definir candidaturas. Es una de las metodologías contempladas en la normativa electoral, y ha sido muy utilizada en el actual proceso. Hasta ahora, las experiencias han sido más negativas que positivas. Tanto así, que al final de este proceso, es posible que los partidos tengan que reflexionar sobre la pertinencia de mantener ese sistema en el menú de opciones para validar candidaturas.

Problemas desde el principio

Cuando comenzaron a realizarse encuestas con el fin de seleccionar candidatos y candidatas, en demarcaciones específicas se verificaron algunas acciones irregulares. Supuestamente, grupos de determinados aspirantes se enteraban cuándo se realizarían los sondeos y en cuáles lugares. Acechaban a los encuestadores para ser ellos los encuestados. Por eso se habló temprano de contaminación de resultados. Esa fue la primera señal de que habría problemas con esa metodología.

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