Los partidos están llamados a revisarse luego de las pasadas elecciones. Eso aplica para todos, incluido el PRM, que fue el ganador. Pero si hay un partido que necesita revisarse, sacudirse, recomponerse y luego intentar un relanzamiento, o algo parecido, es el PLD, por su desastroso desempeño en los comicios. El diagnóstico puede ser malo, pero la condición del PLD no parece incurable. Su recuperación es posible aunque sería a largo plazo. Se podría decir que ahora mismo se encuentra en un callejón, pero con salida.
Crónica de un desastre anunciado
Al PLD no le podían salir las cosas bien ni en febrero ni en mayo, porque hace tiempo que va por un mal camino, lleno de obstáculos y con el freno puesto. Solamente hay que mirar su panorama de los últimos cuatro años. Solo tuvo un punto que parecía luminoso, que fue cuando logró seleccionar anticipadamente su candidato presidencial, Abel Martínez. La victoria de Abel fue holgada y no hubo espacios para muchos resabios. Parecía que a partir de ahí las cosas comenzarían a cambiar. El PLD estaba golpeado, primero por el involucramiento de exfuncionarios en casos judiciales y luego por el éxodo continuo de dirigentes y militantes hacia la Fuerza del Pueblo. Lo primero, ya había provocado daños y lo segundo, que se pensaba que pararía con la selección del candidato presidencial, no sólo continuó, sino que se intensificó. Y cuando pararon las mudanzas hacia la FP, los morados inmigrantes encontraron otros destinos, principalmente Justicia Social y el PRM.
El morado solitario
Aunque finalmente, después de muchos ruidos, se logró la alianza opositora entre morados y verdes, el PLD acudió a las elecciones presidenciales solito. No apareció ningún partido emergente que apoyara su candidatura presidencial. Eso era a la vez, síntoma y consecuencia, de lo mal que estaba y de lo mal que le iría en las elecciones. Ahora nadie debe sorprenderse.