Mañana empieza un diciembre que será de puro activismo político. Ya nadie pide tregua navideña, como ocurría antes. Alguna figura de la iglesia o el empresariado hacía el llamado, y los políticos lo acogían, aunque a veces lo hacían a medias y en otras ocasiones lo respaldaban con palabras, y no necesariamente con hechos. Pero aun salga el planteamiento desde algún sector, es difícil que se dé una pausa real de la campaña, cuando están a la vuelta de la esquina las elecciones municipales, que todos entienden que tendrán un peso en las legislativas y presidenciales. Además, la alianza opositora convierte el proceso en una guerra entre oficialismo y oposición. Este último sector, no pedirá ni buscará tregua porque de todos modos el Gobierno desplegará sus acostumbradas acciones sociales decembrinas y el que diga que a eso no se le saca capital político o es cínico, o más lelo de la cuenta.
Indefiniciones
En esta fase, el proceso cobra interés por los temas que quedan por definir, sobre todo las candidaturas reservadas. Los ojos están puestos en el PRM, que tiene ocho senadurías que debe resolver ya, no por plazos legales, sino por un asunto de “timing” político. La oposición tiene su boleta prácticamente definida y se apresta a dar una batalla que algunos entendían perdida. La alianza PLD-FP-PRD ya ha logrado rescatar algo, y es la confianza de militantes morados, verdes y blancos que veían venir una aplanadora en febrero, con el agravante de que sería la avanzada de mayo. Es por eso que al partido en el poder le urge terminar con el suspenso en casos como Santiago y el Distrito Nacional.
Ruidos que sirven de algo
El PRM ha tenido más ruidos de lo deseable en torno a la definición de la candidatura a la senaduría del Distrito Nacional, e incluso en la alcaldía, que se entendía definida. Pero el incidentado episodio también tiene una lectura positiva. La cantidad de nombres que ha sonado para ambos cargos indica que la organización cuenta con muchos “grandes ligas”, aunque ahora estén como reservas.