Caballeros, a veces ustedes piensan que como yo escribo constantemente sobre la violencia, desigualdad y discriminación que sufren las mujeres y niñas en la República Dominicana, entonces algunos de ustedes asumen que mis escritos son antagónicos contra los hombres. Nada puede estar más alejado de la realidad: yo creo fielmente en su potencial como agentes de cambio para desarrollar una sociedad más justa para todas y todos. Para subsanar este malentendido y como muestra de afecto, he decidido dedicar mi artículo en conmemoración del Día de la Mujer, a ustedes los hombres. ¡Espero que algún día el movimiento feminista me perdone!
El día 1ero de diciembre se celebró el “Seminario Internacional sobre Participación Política y Ley de Partidos”, auspiciado por la Universidad Iberoamericana (UNIBE). En el evento participaron “los más connotados juristas y politólogos nacionales” y “expositores internacionales de renombre”, para que tertuliaran sobre “la constitucionalidad o no de las primarias abiertas”. En total, como expositores había veinte hombres… y ya. En esta conversación tan importante no participó ni una mujer. ¡Ni unita!
Ahora bien, las mujeres sí fueron invitadas al evento… como anfitrionas, para que introduzcan a los ilustres expositores, y como audiencia, para que les aplaudan sus brillantes ideas. Pero no pudieron participar como expositoras, para debatir y rebatir como pares. No es un tema personal contra ninguno de los muy señores, pero esta visión falocéntrica de la política caducó hace 75 años, cuando la mujer dominicana ganó a base de mucho esfuerzo el derecho al voto y, crucialmente, a la participación política. Quizás de manera irónica, el evento fue auspiciado por la “Fundación Equidad”.
Durante las elecciones el pasado 2016, las mujeres ejercieron su derecho al voto en mayor proporción que los hombres. Votaron 3, 927,997 personas: 1,916,980 (48.80%) hombres y 2,011,017 (51.20%) mujeres. Estas estadísticas las debieron saber de memoria algunos de los expositores porque aquella inolvidable noche de mayo, dos de ellos fungían (al menos de manera oficial), como representantes electorales. Yo argumentaría que son las mujeres las que tienen que darle cátedra a los hombres sobre “la participación política” y que cualquier debate sobre el tema electoral que no incluya la perspectiva del segmento votante más numeroso, es inválido y antidemocrático.
Me parece curioso que este panel estuviera compuesto por hombres que de seguro se pasan los 8 de Marzo pontificando sobre la importancia de “valorar a la mujer en la sociedad” … o algo así. Pero es que no son flores ni mensajes bonitos que necesitan las mujeres y niñas: es un empoderamiento de los hombres para cambiar esta cultura machista y opresoramente patriarcal. He aquí una sugerencia revolucionaria: si a usted le interesa valorar a la mujer, rehúsese a participar en paneles sobre temas que conciernan y/o afecten a la mujer (por ejemplo, todas las políticas públicas y asuntos públicos), en donde las mujeres no estén invitadas como pares. Condicione su participación a la representación igualitaria de la otra mitad de la población.
El compromiso con una sociedad más justa debe ser demostrado, no sólo expresado. Una manera fundamental de demostrar esta solidaridad es en la crianza de niñas y niños. Si usted tiene hijas, críelas para que sean seguras de sí mismas y asertivas. Para que no tengan miedo de mostrar su inteligencia y que sepan que las heroínas de su propia vida son ellas, no ningún hombre. Y si usted tiene hijos, críelos para que no le tengan miedo a las niñas y a las mujeres así. Ese terror al empoderamiento de las mujeres causa estragos graves. Crucialmente, enséñeles a sus hijos a hablar de sus sentimientos y expresarlos sin miedo, de una manera sana y positiva. Abrácelo mucho y muéstrele cariño. La atrofia emocional de muchos hombres hiere y causa daños severos en la vida de muchas mujeres y niñas. Colabore de manera igualitaria, sin heroísmos ni vergüenza, en las tareas del hogar. Esta falta de liderazgo saludable, por parte de los hombres, en la crianza de los varones, termina causando problemas cuyas consecuencias las terminan acarreando las mujeres. Por eso, enséñele también que toda violencia es aborrecible, pero que la violencia contra las mujeres representa un crimen contra la humanidad. ¿Es tan difícil entender eso?
Los ocho de marzo no me gusta que nadie me desee nada. Las flores ese día me dan alergia. Yo lo que quiero ver es un empoderamiento de verdad, no sólo de nosotras, sino de ustedes mismos. Así que distinguidos: ¡empodérense a favor de las mujeres! No un día, ni dos, sino todos los días y siempre.