La campaña política venezolana fue intensa, las elecciones ordenadas y sin contratiempos significativos, mientras que los resultados mantienen enfrentados al oficialismo y a la oposición, generan disturbios y violencia callejera en el marco de las protestas, las presiones de la comunidad internacional para que se publiquen las actas y la decisión del Gobierno de Nicolás Maduro de romper relaciones diplomáticas con varios países, entre ellos la República Dominicana.

En este escenario complejo sobresale el rol opositor de la mujer venezolana, y también se destacan las posiciones aguerridas de Delsa Solórzano, Corina Gori y María Corina Machado, dentro de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD).

Entre ellas descuella María Corina, por su gallardía, coherencia y su discurso frontal, complementado por una carrera política dilatada, artífice y lideresa de varios movimientos políticos para enfrentar al chavismo, entre ellos, Súmate y Vente Venezuela, este último decisivo para ganar el impulso necesario que la posicionó como una figura relevante del bloque opositor, integrándose con éxito a lo que hoy conocemos como la PUD, desde donde se estimuló la pujante candidatura presidencial de Edmundo González Urrutia.

María Corina Machado ha demostrado su habilidad para movilizar y organizar a la oposición venezolana. En una reciente conferencia de prensa destacó la creación de una página web que alberga las actas electorales verificadas, y muestra la victoria de la oposición. Este esfuerzo busca ofrecer transparencia al proceso electoral, y permite a los venezolanos consultar los resultados por localidad. Además, Machado lideró una caravana hacia las oficinas de la ONU en Caracas para presionar por el reconocimiento internacional de los resultados opositores.

El perfil opositor de María Corina se empezó a destacar desde que fue diputada por el estado Miranda, se recuerda su intervención mientras el fenecido presidente Hugo Chávez dirigía un discurso en la Asamblea Nacional, ocasión que la política aprovechó para enrostrarle que la realidad que plasmaba sobre el desarrollo de Venezuela contrastaba con la realidad y que “expropiar es robar”, a propósito de las confiscaciones de empresas de inversión privada, que se convirtieron en algo frecuente durante la gestión del citado mandatario.

De ideología de derecha, aunque hay quienes la califican de centrista, está a favor de la privatización de instituciones claves, como la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA), principal fuente de la economía y donde se han detectado varios casos de corrupción durante las administraciones chavistas.

María Corina se va convirtiendo en un símbolo de resistencia, que se mantendrá a prueba en estos momentos cruciales para la democracia y para el futuro político de Venezuela, con el asedio que le tiene el chavismo y el cerco que le intentan crear, a todas luces tratando de que corra la misma suerte que otros dirigentes opositores, que o se enfrentan al encarcelamiento o el exilio, como forma de neutralizar un movimiento político que luce fuerte y compacto en torno a ella como su principal figura.

La oposición política venezolana, en la persona de María Corina, tiene entre sus desafíos inmediatos mantenerse unificada en torno a un mismo propósito, evitando las diferencias insalvables que generan fisuras y debilitamientos, tal y como ocurrió en el pasado reciente con otras figuras y proyectos antichavistas.

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