Ese sería, quizás, el mejor calificativo que podríamos dar a una de las aseveraciones más famosas de Milton Friedman, “there’s no such thing as a free lunch”, lo que traducido literalmente significa que en economía “no existe el almuerzo gratis”. La advertencia de Friedman, posiblemente el más efectivo comunicador que ha tenido la ciencia económica en los últimos cincuenta años, aunque dirigida al público general, debería ser desempolvada por nuestros gobernantes cada vez que un funcionario creativo propone alguna medida cargada de cierto tufo populista. No olvidemos que el Estado no es más que un intermediario. Lo que da con una mano a un privado es porque lo ha quitado a otro. Si da un subsidio a alguien, es porque le ha cobrado un impuesto a otro o ha tomado un préstamo que tendrá que ser pagado con nuevos impuestos por los que vengan detrás.
Un ejemplo claro de la inexistencia del almuerzo gratis es lo que ha sucedido con la medida de ofrecer electricidad a todo el que la desee, independientemente de que la pague o no. Es posible que la propuesta haya sido llevada al presidente Abinader por algún funcionario del sector eléctrico desconocedor del axioma de Friedman. La realidad es que la medida resulta popular pues está llevando un servicio necesario a personas que no tienen con que pagarlo y a un número creciente de “riders” que migrarán a las geografías exentas del pago de electricidad para aprovechar este “almuerzo gratis” que otros terminarán pagando ahora con impuestos o con deuda que se traducirá en nuevos impuestos en el futuro.
¿Es posible estimar el costo de este “almuerzo gratis” durante los años 2021-2024? Con las limitadas informaciones disponibles, intentaremos realizar un estimado partiendo del supuesto de que la dinámica de la demanda de electricidad que hemos observado en el primer trimestre de 2024 se mantendrá durante el año completo. La demanda satisfecha de electricidad, si se utiliza como aproximación de esta la compra total de energía de las EDE a los generadores, creció a una tasa anual promedio de 3.96% durante el período 2009-2019. En ese mismo período, el crecimiento anualizado real del PIB fue de 5.62%. En el 2020, la fuerte contracción del PIB real provocada por las medidas adoptadas para moderar la propagación del COVID-19, obliga a realizar un by-pass a ese año ya que el mismo no debe ser utilizado como año base para la nueva serie del crecimiento anualizado promedio del 2021-2024. La forma más sencilla y quizás la más justa de hacerlo es midiendo el crecimiento del PIB real del 2021 con relación al vigente en el año pre-pandemia (2019), lo que arrojaría un crecimiento real de 4.72% en el 2021. En otras palabras, asumimos que el 2020 no existió y, por tanto, eliminamos ese año de la serie. Si se acepta la metodología seguida y asumimos que el crecimiento del PIB real en el 2024 será de 4.8%, el punto medio entre los pronósticos oficiales y los del mercado, tendríamos que el crecimiento anualizado promedio del período 2021-2024 alcanzaría 4.18%.
Si asumimos que la demanda de electricidad suplida por las EDE en el 2024 mantendrá el crecimiento de 13.9% que registró en el primer trimestre de este año con relación al mismo período en 2023, tendremos que, en el período 2021-2024, la demanda satisfecha de electricidad terminará registrando un crecimiento anual promedio de 9.29%. Para mantener la consistencia con la eliminación del año 2020 de la serie para el caso del crecimiento del PIB real del período 2021-2024, para el caso de la demanda satisfecha de electricidad hicimos lo mismo: el dato del crecimiento de esta variable en el 2021 es en relación al 2019, no al 2020.
A pesar de que el crecimiento real anualizado promedio del PIB durante el 2021-2024 resultaría ser de 4.18%, la demanda satisfecha de electricidad por las EDE crecería anualmente un promedio de 9.29% entre 2021 y 2024. En otros términos, mientras la demanda de electricidad creció 0.70 puntos porcentuales por cada punto porcentual de crecimiento del PIB real en los años 2009-2019, se observa que en el período 2021-2024 estaría creciendo en 2.22 puntos porcentuales por cada punto porcentual del crecimiento del PIB.
A simple vista alguien podría concluir que la economía dominicana ha reducido su eficiencia en el uso de electricidad: para crecer un punto porcentual del PIB en promedio anual durante el 2021-2024 ha tenido que aumentar el promedio de su consumo de electricidad a 2.22 puntos porcentuales por año. Cuando uno se adentra en el análisis de las políticas públicas adoptadas en el caso del sector eléctrico en el período 2021-2024 observamos que se produjo un cambio dramático en la política de satisfacción de la demanda. El gobierno dominicano, por alguna razón, entendió que la política prevaleciente de administración y/o restricción de la demanda de electricidad que había heredado del gobierno anterior no resultaba adecuada. Recordemos que esta política se arrastraba desde los años en que el país mantenía acuerdos con el FMI y en los cuales se había acordado que, dado que las EDE perdían una cantidad considerable de recursos financieros debido a energía comprada a los generadores y no facturada ni cobrada a los usuarios, una forma de mantener el déficit financiero de las distribuidoras por debajo del tope acordado con el FMI, era administrar la demanda, es decir, dar apagones en aquellos nichos donde la energía no estaba siendo facturada. Se entendía que esta última política era la más razonable en un país donde muchos hogares y pequeñas, medianas y grandes empresas consumen, pero no pagan, la electricidad recibida. La nueva política introducida en 2020 obligó a las EDE a ofrecer electricidad a todos los consumidores, independientemente de que pagaran o no por el servicio.
¿Qué costo tenido la nueva política de “electricidad para todos” en los últimos 4 años si asumimos que este año la demanda satisfecha de electricidad mantendrá el crecimiento registrado en el primer trimestre de 2024? Para estimar la dinámica que habría exhibido la demanda satisfecha de electricidad en el período 2021-2024 de haberse mantenido la misma política de administración o restricción de la demanda del 2009-2019, debemos tener en cuenta que el 2021-2024 ha sido un período con un crecimiento del PIB real más moderado: 4.18% en 2021-2024 versus 5.62% en el 2009-2019. Al ajustarse por el menor crecimiento del PIB real y mantenerse la misma política previa de demanda administrada de la electricidad del 2009-2019, la demanda satisfecha de electricidad durante el 2021-2024 habría crecido en 2.95%, muy por debajo de 9.29% que registró. Aplicando ese crecimiento de 2.95% en la demanda satisfecha de electricidad para cada uno de los años 2021-2024 se tiene que en el 2021 el costo del almuerzo fue de US$47.9 millones; en el 2022, US$45.3 millones; en el 2023, US$287.8 millones; y en el 2024 completo, de mantenerse la dinámica del primer trimestre de 2024, ascendería a US$593.2 millones. En total, el almuerzo gratis para los que han consumido electricidad sin pagar la cuenta, ha sido de US$974.2 millones en el período 2021-2024. ¿Quiénes terminaron pagando el almuerzo gratis? Los que pagan impuestos y los que los pagarán en el futuro cuando haya que comenzar pagar los intereses y las amortizaciones de la deuda pública interna y externa que ha sido contraída para servir el almuerzo.
Lamentablemente, hay otros costos que, por el momento, no han salido a relucir. Cualquier equipo eléctrico en cualquier país del mundo que tenga que hacer frente a una demanda satisfecha de electricidad que crece anualmente un 9.29%, posiblemente estaría en crisis tratando de armar un programa de expansión de la generación que permita “atender una demanda de electricidad que crece un ritmo anormalmente elevado” dado el crecimiento real que exhibe la economía en general. Ese el problema que generan los precios y tarifas mentirosas. Si usted toma la decisión de regalar la electricidad, un servicio que tiene un costo, deberá estar preparado para hacer frente a crecimientos de la demanda más elevados que el exhibido por el consumo de tequila de los jóvenes cuando asisten a celebraciones de bodas.
En momentos como esos, la probabilidad de meter la pata introduciendo ajustes improvisados y apresurados en los planes de expansión (asumiendo que se tienen) aumenta considerablemente. El temor a que en el futuro cercano no haya generación suficiente para atender la demanda, hace olvidar a los tecnócratas eléctricos de la importancia de respetar la mezcla óptima y realista de las tecnologías a estimular para garantizar el funcionamiento adecuado y flexible de la generación; los lleva a sobrepasar los límites de la fiscalidad para acomodar el tsunami de Acuerdos de Compraventa de Energía (PPA) demandados tanto por la generación térmica como la renovable y a expandir el consecuente pasivo contingente del pago de potencia a plantas que dejarían de generar cuando la política de almuerzo gratis tenga que ceder el escenario a la racionalización tarifaria; los motiva a disfrazarse de tecnócratas “woke-ambientalistas” progresistas que hacen caso omiso al límite sensato que debe establecerse a la energía intermitente, como bien señaló la semana pasada Larry Fink, presidente de BlackRock, al alertar que si no reaccionamos a tiempo, “el mundo va a tener poca energía, poca energía. Y para alimentar a estas empresas de datos no se puede tener solo esta energía intermitente como la eólica y la solar. Necesita energía distribuible porque no puedes apagar y encender estos centros de datos.”
Mientras esto tiene lugar en la “kermesse” de la generación, no se observan acciones claras, contundentes y muy políticamente incorrectas para hacer frente a la principal causa del déficit del sector eléctrico, la impresionante y creciente incapacidad de las EDE para facturar y cobrar la totalidad de la energía que compran a los generadores. La distribución, al igual que sucedía en los tiempos de la España Boba, colapsa por la inoperancia e incompetencia estimuladas por el temor a dar el golpe de timón que las circunstancias requieren. Si no actuamos a tiempo y la España Boba se prolonga, preparemos para observar cómo al enorme déficit financiero de las EDE se podrían estar sumando las implicaciones también financieramente deficitarias y fiscalmente comprometedoras de un apresurado programa de expansión de la generación influenciado por las costosas implicaciones de almuerzos innegablemente populistas pero que, como advirtió Friedman, de gratis no tienen nada. Ojalá que el presidente convoque lo antes posible a una mesa con los principales agentes y reconocidos expertos del mercado eléctrico para definir la carta de ruta a seguir en la generación, transmisión y distribución en los próximos 20 años.