Honestamente, no logro entender las reacciones de muchas gentes del mundo del espectáculo, la política y de cierta élite que se escandaliza y hasta se autoexilia ante la postura del presidente Donald Trump -o “niño punitivo”, como hace poco le llamó un legislador demócrata- que una mayoría de estadounidenses decidió que volviese a la oficina oval. En fin, ¿dónde queda el respeto a esa mayoría ciudadana? ¿O es que se quiere negar que algo andaba mal que la gente decidió votar por un expresidente que todos conocían, o no?
No sé, pero estoy en creer que, a pesar del histrionismo público extremo del presidente Trump, hay mucho de derrota política o de frustración personal al no compartir una forma o estilo de dirigir un país obviando que mucha gente también tuvo que aguantar las “políticas correctas” que, curiosamente, trajeron de nuevo al “niño punitivo” a la casa Blanca.
O quizás, es que a muchas figuras públicas les gusta la política “correcta”, aunque el país no anduviera bien en materia económica, migratoria-fronteriza, agendas variopintas retorcidas sobre familia, política de género y falta de rendición de cuentas curiosamente en la democracia más abierta y elogiada del mundo, y donde la justicia y el contrapeso en los poderes públicos aún se respetan, digan lo que digan algunos jueces, figuras públicas y políticos en función de su ideología y doctrina.
Y resulta paradójico vender la idea que, de un día para otro y como reguero de pólvora en las redes sociales y algunos medios periodísticos -y agencias de prensa-, el país ya es otro y el presidente en ejercicio dizque una “amenaza” para la democracia. Más bien, se nos hace que, con toda esa campaña mediática para vender el relato de que el mundo se está acabando, creemos que los demócratas siguen en campaña y no encuentran cómo enterarse, o no quieren, que perdieron el poder de las manos de sus tres grandes líderes: Clinton, Obama y Biden. Pero, ¿Por qué no les piden cuentas internas?
Cierto que Trump, a veces asusta; pero también asustó en 2016-2020, y el país no desapareció ni tampoco su democracia. Creo que hay que bajarle algo a esa campaña mediática-política de querer vender al binomio Trump-Musk como demoníaco o que socavan todo. ¿O no será que, a pesar de lo fulminante o explosivo, ese binomio está tirando muchos trapos al sol de lo “correctamente político”?
En fin, no logro entender muchas posturas y declaraciones públicas, sin dejar de sospechar que hay mucho de derrota política en todo el entramado mediático-político nacional e internacional de vender a Trump-Musk como los chicos malos de la película. Tal vez me equivoco, pero, insisto, algo huele a política barata o a cháchara de derrotados en esa campaña mediática; aunque, también, hay cierta preocupación, pues, verdaderamente algo está cambiando. En otras palabras, hay mucha gente que no les gustan los cambios, eso lo sabemos, como que no hay ingenuidad en política.