En esta nueva era dominada por la Inteligencia Artificial, se pronostica cómo esta herramienta puede influir en la toma de decisiones dentro del Estado, y transformar los sistemas políticos a nivel global.
La inteligencia artificial, como agente inorgánico, tiene el potencial de ser utilizada como una herramienta avanzada para el análisis de datos en grandes volúmenes y en tiempo real, para identificar patrones en la data obtenida o generada por las instituciones gubernamentales. Con esta data masiva y la IA se pueden generar insumos que permitan optimizar la toma de decisiones en los sectores de seguridad ciudadana, seguridad alimentaria, salud, economía, educación y medio ambiente.
La incorporación de inteligencia artificial en el proceso de elaboración e implementación de políticas públicas puede tener un impacto positivo significativo en estos sectores críticos, y su uso estratégico permitiría la automatización de procedimientos administrativos y la optimización del gasto público.
Con el uso de IA, los tomadores de decisiones pueden trazar políticas basadas en datos masivos, y acceder rápidamente a análisis que permitan simulaciones de impacto y modelos predictivos; así como el monitoreo y la evaluación de iniciativas y obras en curso, la mejora y automatización de servicios al ciudadano, la anticipación de tendencias económicas, y detección de irregularidades o patrones sospechosos en transacciones con fondos públicos.
De igual forma, la IA puede fortalecer los sistemas democráticos al promover la participación ciudadana, la transparencia, la rendición de cuentas y la optimización de procesos electorales. No obstante, es imperativo que se establezcan reglas claras a nivel de ética y de protección de datos sensibles.
Por este motivo, es oportuno alimentar el debate sobre la regulación de la IA, ya que ha crecido de una forma exponencial, y si bien ésta aprende de sus propios errores y mejora su rendimiento constantemente, también es cierto que al simular la inteligencia humana puede heredar sesgos y desinformación, o ser comprometida por entes malignos que desvirtúen su uso.
Distintos organismos internacionales han dedicado esfuerzos para abordar los dilemas éticos que rodean el uso de la IA. En 2021, Unesco publicó la primera norma mundial sobre la ética de la IA, y sentó como base valores y principios fundamentales para que los sistemas de IA trabajen por el bien de la humanidad, y de esta forma garantizar un uso responsable y ético de la herramienta.
Es en ese tenor que resulta oportuno aprovechar la IA de la mano reglas de juego éticas y transparentes que aseguren su uso responsable en beneficio de la humanidad, y aprovecharla garantizando un equilibrio entre la innovación tecnológica y los valores democráticos.