En conversaciones con amigos, cuando nos reunimos en algún lugar del Gran Santo Domingo y charlamos sobre diferentes temas, les hago saber el siguiente concepto: En mi condición de periodista y hombre público, escribo lo que pienso, lo que mis neuronas me dictan que debo exponer… nunca me arrepiento de dar a conocer mis ideas, sin importar las consecuencias.
Las citadas líneas -para finiquitar con la segunda entrega este artículo- tienen un objetivo: el escribir, sin temor ni pavor, el criterio que tengo sobre las perspectivas electorales del PLD.
Debemos tener bien claro el criterio que tiene que imperar respecto al libre pensamiento en un país donde hay democracia. Respetar las ideas del contrario. ¡O de quien cree que tiene razón en lo que plantea!
Es lo que se llama la pluralidad política-ideológica. Significa que cada quien piensa en función de sus creencias, pero que en el marco de esa disquisición el debate sea marcado por la decencia política.
El PLD, y es una verdad que nadie está en capacidad de denegar, trilló los mejores caminos de victoria desde que en la consulta presidencial de 1996, con una alianza “táctica y estratégica” coyuntural, llegó al poder con su joven candidato Leonel Fernández.
Con la formación del llamado Frente Patriótico que encabezaron el PLD y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Joaquín Balaguer dijo la histórica proclama: “El camino está cerrado”.
Joaquín Balaguer, líder del PRSC, se propuso frenar la llegada a la Presidencia del doctor José Francisco Peña Gómez quien -en la práctica- fue el auténtico ganador de las elecciones de mayo de 1994, pero que un gran fraude lo impidió.
Anotar que Fernández, tras salir triunfante en la consulta electoral de 1994, gobernó el país otros ochos años (2004 hasta el 2012) y se convirtió en el líder de la política nacional.
En lo que concierne al PLD de ahora, está en una etapa de “nuevos bríos” y la convicción de su cúpula es la de ganar las próximas elecciones.
En política todo puede suceder y por consiguiente, dentro de esa ciencia también todo está dentro de lo posible.
No obstante, el futuro peledeísta es complicado y raya en lo nebuloso. Sus perspectivas electorales, en concreto para los comicios del 2028, no son buenas.
Al PLD le será muy cuesta arriba recomponerse y ver hecho realidad el objetivo que persigue que es el de regresar al poder tras sufrir dos duras derrotas electorales corridas.
Pero como el inexorable tiempo es el que determina los éxitos y fracasos en toda actividad humana, veremos finalmente ¡qué ocurrirá con el PLD y el gran anhelo de su liderazgo!