¡Hola, distinguidos lectores de elCaribe! Ya estamos en Semana Santa y estamos llamados a estar en paz y abrazar la real esencia de este largo asueto, que nos convoca a recordar la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, pero que también nos invita a reflexionar sobre varios aspectos de la reciente tragedia en la que perdieron la vida 231 seres humanos ¡y que aún duele demasiado!

Por eso me atrevo a escribir en esta entrega en paz, pero aún muy triste, y hacer un llamado en el contexto de que es momento de que como sociedad y en tranquilidad reflexionemos sobre los aspectos siguientes:

  • la tragedia del desplome del techo de Jet Set y su banalización al derivarla en temas que alimentan el morbo y que empañan el luto colectivo;
  • el irrespeto a las 231 víctimas de esta tragedia al no centrarnos en lo realmente importante y es que debe haber consecuencias;
  • lo que este acontecimiento de tal magnitud nos deja como enseñanza en términos humanos;
  • y el aprendizaje que debemos asumir en el ámbito periodístico y de la comunicación, y lo divido porque ahora además de “periodistas” hay “comunicadores” y “opinadores”, para no caer en la desinformación ofreciendo informaciones que no fueron validadas con las fuentes.

Si volvemos a leer detenidamente esos elementos enlistados más arriba, podemos darnos cuenta que en cada renglón podemos ponerle rostro a cada una de esas variables.

Entiendo que en este contexto hay un impacto emocional que se extendió más allá de quienes perdieron a sus seres queridos y que se desbordó la información de boca en boca que muchos no validaron y ofrecieron. Ante estas cosas, donde hay que cuidar lo esencialmente humano, hay que hacer un llamado urgente a los medios de comunicación de respeto y tradición ante el desafío que enfrentamos: combatir la desinformación.

Y se suma que en tragedias como esta se cuelen falsos profetas que hacen que todos nos indignemos, gente que se aprovecha del dolor y del afán de algunos medios de dar “primicias” y “palos periodísticos”, con lo que corren riesgos de pagar entrevistas sin validar a quien la ofrece y con ello caer en el ridículo al no ejercer el oficio con la rigurosidad que lo caracteriza.

Finalmente, pedir a los digitales, que son demasiados, que aborden con respeto sus informaciones, sobre todo cuando se trata de hechos tan lamentables en donde la fragilidad humana se hace presente y que todos (medios escritos, televisivos y radiales) entendamos el peligro de no validar una información a la hora de ofrecerla.
¡Gracias por leerme!

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