Por diferentes motivos desde el 1992 hasta el 2019 tuve que viajar a la ciudad de Miami donde conocí a través de la televisión al humorista cubano Alexis Valdés, quien dirigía un programa de televisión en el que se apreciaba su excelente preparación, en el que dejaba satisfecho a todo el que tenía la oportunidad de verlo. A través de Jochy Santos, este humorista fue presentado con éxito en nuestro Teatro Nacional.
Con motivo de la pandemia del covid-19, Alexis escribió su enjundiosa poesía titulada ´´Esperanza´´ que fue transmitida por diferentes medios de comunicación a nivel mundial, la cual fue leída o escuchada por nuestro extraordinario papa Francisco, cuya humildad, capacidad y experiencia ha revolucionado nuestra iglesia universal.
Narra el humorista cubano que un día encontró en su teléfono un mensaje que le habrá dejado un importante asistente del papa Francisco que le decía más o menos lo siguiente: ´´Su santidad quiere comunicarse con usted para felicitarlo por los versos que había leído en su poesía ‘Esperanza´ y pedirle su autorización para incluirlo en la publicación de su próximo libro a editarse, porque le había interesado profundamente”. El humorista cubano pensó que se trataba de una equivocación, pero al día siguiente recibió nuevamente la llamada del asistente del papa pidiéndole que la tomara, encontrando que el pedido de su santidad era una realidad y al conversar con el jefe de la Iglesia universal, le manifestó su alegría y satisfacción al conversar con él siendo una entrañable satisfacción que su poesía será incluida en su próximo libro para lo cual quedaba autorizado. En su conversación, Alexis le manifestó que su profesión era de humorista, a lo que el papa Francisco le contestó; “Pero que bueno que haya hombres valiosos que se dediquen a hacer reír a la humanidad”.
Cuando mis seguidores lean la poesía de referencia podrían darse cuenta de su solemnidad y profundidad, de la cual publico solamente su primera estrofa para incluirla íntegra en la próxima entrega.
Esperanza (Alexis Valdés)
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.