Aunque Francis Fukuyama, décadas atrás, decretó el fin de la historia como lucha de “ideologías”, al ver cómo va el descrédito universal de los políticos, pronto ese oficio perderá su otrora aureola redentora y será, o ya lo es, mote de los que sus suplantadores y detractores -que son peores (sociedad civil, ONG, con contadas excepciones)- nos vendieron: corruptos, ladrones o ética-moral pública en calzoncillos…

Tal vez, por ellos, outsiders, como Trump, Bukele, Macron y otros, han concitado apoyo ciudadano insospechado y no solo por esa narrativa de descrédito que los estrategas o suplantadores de políticos han instalado en todo el mundo, sino porque los hacedores del viejo oficio de político se lo han ganado a pulso, sobre todo no pocos de sus cúpulas o líderes, y fueron, encima, tan “inteligentes” que, en el poder, prefirieron a sus detractores: técnicos, burócratas, algunos que otros periodistas y jueces, como en Brasil, (“políticos de la secreta”) -sociedad civil-, como implantó Montalvo (PLD 2012-2020), en vez de cuadros políticos-técnicos o aptos que dejaron el foro y sus mejores años en aquellos “aparatos” o partidos políticos que jamás los valoraron ni dejaron ejercer o concretizar algunas buenas intenciones o ilusas ideas. Quizás por ello, por quijotes o románticos, no lo quisieron. Vaya uno a saber….

En mi caso, después de leer El pez en el agua del excelso escritor y pésimo político llamado Mario Vargas Llosa, me quedó claro el fin último de la mayoría de los viejos políticos -hoy en bancarrota-: jodieron el oficio aquí y en la China y por ello “políticos” como Putin y otros terminarán como redentores, cuando sabemos el Hitler que los anima y alienta.

Pero, ¿qué hacer? Sencillo: reorientar el oficio y echar a técnicos, burócratas y “políticos” corruptos-ladrones -a excepción de aquellos honestos, que los hay- de los poderes públicos, como ya han empezado hacer en algunos países de Europa que hasta al zafacón de basura los han tirado e inhabilitado para ejercer cargo público alguno. Solo así; aunque, por el momento, Putin, Maduro y Ortega -este último, ahora rey-faraón- sigan haciendo de las suyas.

Mientras, en nuestro patio-país, el oficio y su bancarrota, en este gobierno, está rompiendo récords en materia de despilfarro público (llámese corrupción pública-privada), empréstitos, sociedad civil-Gobierno, narcopolítica y Ministerio Público de espectáculos….; y encima, un festín de técnicos-burócratas haciendo su agosto. !Vaya descalabro público!

Finalmente, me imagino a Mauricio de Vengoechea -otrora demonio o Satanás, según, y en su momento de “cronista” opositor, el hoy embajador Andrés L. Mateo- muerto de la risa. Sin duda, mundo patas arriba, ¿eh?

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