El respetable historiador británico Perry Anderson escribió uno de los textos -Consideraciones sobre el marxismo occidental- más reveladores y crítico sobre el registro histórico-conceptual y político-generacional del marxismo como corpus teórico-doctrinario-filosófico y las tradiciones, clásicas o no, de intelectuales que lo asumieron desde sus fundadores hasta la pléyade de pensadores que lo enriqueció e instaló en el mapa occidental: Marx, Engel, Plejanov, Mehring, Kautsky, Labriola, Lenin, Luxemburgo, Bujarin y Trotsky, entre otros.
La mejor lección, desde mi lejana lectura de ese texto, se extrae de cómo las diferentes tradiciones del marxismo occidental, básicamente europeo, supo buscar una salida, decorosa y digna, cuando el marxismo, en tanto paradigma ideológico o acción política-revolucionaria, no alcanzó el poder y tuvo que replegarse -Gramsci- al replanteamiento critico (Fascismo-Guerra Fría-Bloque hegemónico), la academia o el ejercicio profesional de sus cuadros, algo que en Latinoamérica, por una serie de factores socio-culturales, no sucedió. Sin embargo, en el caso nuestro, sí hubo excepciones de marxistas -intelectuales- o izquierdistas que procuraron adaptarse sin renunciar a su ideología y convicciones, a una determinada realidad sociopolítica-democrática y hacer aportes desde una perspectiva crítica, táctica, estratégica y de visión a largo plazo.
Uno de ellos es Miguel Mejía y su Movimiento Izquierda Unida, con una gran trayectoria, desde el Frente de Izquierda Democrática, el MPD y los comandos revolucionarios clandestinos hasta ir a la cárcel, juntándose con leyendas de la izquierda revolucionaria: El Men y Juan López.
Post bonapartismo-balaguerista (1966-78) y de cara a la inflexión histórica-coyuntural de 1978, se plantea una reorientación de su praxis política; y, en consecuencia, se integra a la vida pública, se hace abogado y busca un espacio, desde las relaciones internacionales, para hacer aportes al desarrollo del país y su presencia beneficiosa en otras latitudes y realidades geográficas-culturales y regímenes contrapuestos al capitalismo, pues, como dijera en una entrevista al Listín Diario, “…el punto medio del equilibrio ideológico, la cooperación económica para proyectos sociales, el intercambio comercial, las inversiones y la confianza en el clima de paz de dos mundos con dos sistemas de gobierno….”. Y ese salto-arreglo -político-ideológico-, lo canaliza a través de la diplomacia en los gobiernos del PLD vía la concreción de una alianza política estratégica que se ha mantenido firme y coherente desde una línea de respeto y visión compartida.
En síntesis, el MIU y Miguel Mejía simbolizan la interpretación, sabia, correcta y constructiva, de lo que Perry Anderson bosquejó en su clásico libro, en vez de los desvaríos y sedentarismo -estacionario-teórico- de nuestra “izquierda” tradicional.