Al inicio del martes 8 de abril presente, una densa nube de dolor y sufrimiento cayó sobre Santo Domingo, con el derrumbe de la estructura del techo de la irónica discoteca Jet Set, sobre cientos de personas.
Ellas habían acudido con diversidad de motivaciones individuales y donde más de 220 personas encontraron la muerte en el lugar a que habían acudido en son de fiesta, una estructura que falla y una sociedad que desnuda oscuros aspectos de su cultura.
La perversa permisividad criolla que da lugar a que “to se puede” destaca la falta de inspección periódica o la minimización de riesgos sin responsabilidad penal para el “inspector” que la realiza ni para el que la evade con el “agárrate de ahí”. Los lugares de reuniones masivas, públicos y privados, deben estar sujetos a certificaciones técnicas anuales de un organismo supervisor, de que están en condiciones súper seguras y a prueba de riesgos mayores y que cuentan con todos los requisitos para enfrentar eventualidades. En algunos países esta responsabilidad cae sobre los bomberos que deben tener técnicos para estos fines y cobrar adecuadamente por esos “permisos de operación”.
Las normas de construcción, de escaso cumplimiento en la ingeniería práctica, requieren de actualizaciones y adecuaciones, pero más que nada de estricto cumplimiento para que no sea lo económico el factor a considerar. Cualquiera se siente ingeniero y simplifica la construcción hasta violar leyes naturales por falta de conceptos técnicos. Hugo Balbuena, ingeniero civil graduado en el recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, miembro destacado de ADECAAM, la asociación que los agrupa, ha insistido hasta la necedad, con poco eco, en la necesidad de establecer y hacer cumplir normas de ingeniería en nuestro país. La música a niveles dañinos, especialmente con los bajos, como le gusta al criollo, producen vibraciones destructivas que bien pudieron influir en esta conjunción de factores. La sobrecarga puntual sobre las vigas de techo, de manejadoras de acondicionadores de aire, tinacos grandes, plantas eléctricas que además de peso añaden vibraciones, transformadores, los sistemas de sonido y luces que colgaban, pudieron influir en sobrepasar los límites de carga de un techo autoportante de apoyos distantes. Los peritajes hablarán para establecer responsabilidades civiles y penales pero nada que hagamos devolverá la vida a los fallecidos.