Nunca podemos perder la esperanza y esperar que algún día los mismos problemas dejen de reciclarse.
Todos los días vemos los periódicos hablar de tránsito, seguridad ciudadana y alcohol ilícito.
Veo a mi hijo Celso Juan en muchas de esas comisiones, que orgulloso me siento que el tiempo que debe dedicar a nuestras empresas lo invierta por su país.
Espero que tenga más suerte que yo, porque vivimos en un país que los problemas son los mismos, simplemente se reciclan.
Hoy en una emisora oía un anuncio “La nueva CAASD” y me preguntaba ¿qué pasó con la vieja?, ¿qué hicieron los que estaban al frente de ese organismo?, ¿lo hicieron mal? ¿Si es así, por qué no están presos?
El presidente Luis Abinader ha mostrado una gran preocupación por la seguridad ciudadana. Ha nombrado un grupo excelente, que en esta oportunidad tienen un presidente que quiere hacer un cambio y un ministro, como el buen amigo Chu Vázquez, que tiene talento y capacidad.
De nuevo, cuando veo a Celso Juan que orgulloso me siento. Le digo, perdimos una generación, participé con Franklin Almeyda en un esfuerzo parecido y fue de los pocos que ocuparon el cargo y se preocupó por hacerlo bien. Los demás, unos pretendiendo llegar a la presidencia, otros disfrutaron de viajes y comilonas. De seguridad ciudadana nada.
Mi buen amigo Salvador Figueroa, un apasionado de la reforma policial, de la cual ha sido un actor fundamental en muchos años, me envió un artículo que escribí en este mismo diario, el veinte y cinco de septiembre del 2013, decía “hacia finales de los años noventa, un grupo de empresarios formamos el Consejo Nacional de Prevención del Crimen (Coneprec), soñábamos con una fuerza policial diferente, una seguridad ciudadana real.” Cuánto tiempo ha pasado y seguimos en el mismo círculo vicioso.
En el 2008, la Consultora Mercer nos calificó como una de las ciudades más seguras del Caribe. ¿Qué pasó? ¿dónde nos perdimos?
Veo a Carolina Mejía y Hugo Beras haciendo un esfuerzo real con el tránsito. Una verdadera desgracia que nos cuesta tiempo y dinero. Imaginar que para ir a mi trabajo debo pasar a diario por la famosa esquina de “Pinturas”.
Nos quejamos de los deliveries, que se han convertido en una verdadera plaga, las sonatas por igual. Pero lo peor es que los que suponemos más educados son los primeros en violar las leyes.
El domingo quería venir un rato a mi oficina en Haina, venía conduciendo yo mismo mi viejo Mercedes, esperé más de veinte minutos en la misma esquina de “Pinturas” para poder pasar, soportando las guaguas cambiar de carril, los motores rozando el retrovisor, pero mi mayor sorpresa, es cuando una Lexus blanca, reluciente, placa 0-0233, se mete por el carril izquierdo, salta los pilotillos y el pasajero que ocupa el asiento derecho delantero, saca la mano para que le den paso, porque el tiempo de ellos es más importante que los idiotas que hacemos fila.
Otra preocupación recurrente es cómo se viola constantemente el uso de suelo. Usted vive en una zona residencial cualquiera, alta, media, baja, paga más porque le dicen que es un sector tranquilo, pero alegremente le instalan un consultorio médico sin parqueos, un colegio, una iglesia, una publicitaria, un negocio de comida y todos los deliveries le llenan la calle como un Haití cualquiera. Publico una foto que me hizo llegar Pedro Manuel Casals para que entendamos por dónde vamos, eso es en Julieta.
Por último, el caso del ron adulterado. Parecería que es una situación nueva, no lo es, con mi querido don George Arzeno Brugal recorrí muchas oficinas gubernamentales con el mismo problema. Hoy es más increíble porque vemos por Youtube cómo un joven, entrevista un enmascarado que explica cómo se adultera el ron. ¿Qué se espera para llevar preso al productor del programa, para que identifique al “empresario del ron”? ¿Lo dejamos tranquilo para que tenga más seguidores y likes?
El árbol del flamboyán es precioso, incluso hasta ofrece múltiples colores, antes de las bellas flores salen las vainas, es lo que este gobierno ha recibido, pueden estar seguros que lo apoyaremos para que salgan las flores, con la esperanza de no ver a mis nietos en similares comisiones, que se respete el uso de suelo en los ensanches, que se lleven presos a los ladrones que adulteran una marca país, y que una placa oficial sea la primera en no violar las reglas de tránsito.
¡Que se rompa el círculo vicioso!