Voy a hacer, sin ser médico -forense o cirujano-, la disección -el tiempo dirá-: a) si el PLD hace la tabulación correcta sobre el ejercicio -diagnóstico- estado actual y porqué perdió las pasadas elecciones presidenciales-congresuales y, en consecuencia, reajusta y se autocrítica -y no de liturgia- saldrá airoso, y b) si la FP se cree un partido, en medio de nota de prensa, migajas y búsqueda, afanosa, de retazos de poder y reciclaje-bulto de juramentaciones, sabrá que su “congreso” sólo existe en la atalaya del señor Almeyda (pues como llamar congreso a un zafarrancho u oficina de búsqueda de empleos).
Y es que nadie puede armar o construir un partido de tránsfugas, transeúntes y 17 mesas “temáticas” de redes-virtuales y engañabobos teorizando sobre filosofía, doctrina y queochocuanto cuando su “líder” -blindado-ungido- se la pasa en cabildeo: ora JCE, ora “segunda mayoría”, ora Defensor del Pueblo, ora Cámara de Cuentas, ora altas cortes, ora pedazo del ministerio público, ora cobertura mediática, y así por estilo…
Me temo que, a ese ritmo -de búsqueda de oficina de empleo como aliado-, el PRM-gobierno tendrá que guárdese su anunciado plan de reducción de instituciones públicas innecesarias para el próximo cuatrienio, porque este, si no gana el próximo, va resultando poquito para el congreso -oficina de empleo- de la Fuerza del Pueblo.
Lo digo porque, a la larga, al PRM le podría suceder que en vez de terminar de construir su rancho-partido, termine armando ventorrillo ajeno que, de todas formas y como va, ya es bisagra-vagón suyo. Y por supuesto, con el riesgo previsible de que el heredero político de Balaguer y “líder” de la Fuerza del Pueblo no quiera, tal cual se observa, engatusar al PRM. Pero ¡allá ellos…!
Sin embargo, lo más grave y perjudicial no es la oficina de empleo que se hace llamar FP y que el PRM-gobierno complace, sino que, esa complacencia termine engulléndose lo poquito o mucho de institucionalidad democrática que hemos alcanzado, o algo peor, que la gobernabilidad democrática se ponga en juego y lo que empezó como una estrategia política-electoral -tratar de destruir al PLD- no se lleve de encuentro lo que el historiador Frank Moya Pons, con certeza histórica, radiografió-tituló como El gran cambio (los avances-país 1963-2013).
Eso sería catastrófico, y más aun solo para complacer el ego-herido de un candidato eterno que escribió sobre liderazgo de “sobrecitos”; pero que ahora se sostiene de caza empleos, desguañangue institucional y golpes de efectos mediáticos de izquierdistas de derechas, ultraderecha-trujillista, periodistas-bocinas, interactivos de redes sociales y “jurisconsultos” -otrora “corruptos compulsivos”- de la “escuela-chicana del Balaguer “padre de la democracia”. Sí, así en minúsculas.