Ninguna nación del mundo puede crecer y desarrollarse sin que los sectores sociales que la conforman asuman el compromiso de trabajar, sacrificarse y aportar en la consecución de ese objetivo.
República Dominicana está en momentos difíciles por la concurrencia de acontecimientos que obligan a asumir este planteamiento con entrega, sinceridad y vocación, porque contamos con las herramientas suficientes para lograrlo.
Cierto es, que la secuela de la pandemia, los terribles casos de corrupción, la desidia oficial que predominó en manejo de la cosa pública en el pasado reciente, los grandes gastos que requiere la administración de una justicia equilibrada y, el compromiso del Gobierno de velar por la alimentación, educación, salud, vivienda y otros renglones que hacen posible la convivencia humana, complican la tarea de colocar el país en el sitial que amerita.
Pero si los grupos sociales como el empresariado, los políticos, los gremios, los trabajadores y los profesionales de todas las áreas, asumen este compromiso y comprenden lo importante que es para el porvenir lograr que el país siga avanzando en medio de tantas dificultades, podemos garantizar que el mediano plazo la nación estará en la normalidad y la generación de riquezas tendrá nuevas perspectivas.
Pensar en el país se impone ahora desde la escuela, la casa, el predio agrícola, el hotel, la Policía y los institutos castrenses, el transporte, el comercio, la industria, el banco, la inversión, la justicia y el accionar cotidiano, para hacer posible esta aspiración, que ha de ser preocupación de toda persona consciente.
Caminemos ahora de la mano para alcanzar un turismo sustentable, producir más en todos los renglones, tener mejor salud, educación, comida, agua suficiente y sana, así como el desarrollo de una nueva generación de compromiso con la patria, sus símbolos, transparencia e independencia.
Es tiempo de dar ese grito y, sin distingo de credo o raza, asumir este hermoso terruño como nuestro patrimonio mayor. ¡Adelante dominicanos, La Patria espera!
