La nación dominicana está muy triste ante la pérdida irreparable de quien, sin lugar a dudas, es el merenguero más impactante y trascendente de todos los tiempos:
Johnny Ventura. El Caballo Mayor fue un artista excepcional, un merenguero hasta la tambora, un ser humano fuera de serie y un hombre sumamente solidario y con grandes sentimientos patrióticos.
Como artista merenguero no tiene comparación. Es muy acertado lo que decía uno de sus temas más populares, de que Johnny “es el merengue”. Sus 105 producciones discográficas, sus decenas de miles de reconocimientos, sus aportes a la música dominicana y su impulso a muchas figuras, lo colocan en un sitial muy especial del arte dominicano.
Por encima de su gran trayectoria como cantante, director de orquesta y artista, uno de los mayores aportes de Johnny al merengue y la música dominicana, se ubican en una orientación más patriótica que musical. Considero que Johnny fue el principal responsable de que el merengue, en tanto ritmo nacional y más popular de la patria dominicana, no sucumbiera y fuera enterrado junto con el cadáver del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Y eso tiene una explicación histórica precisa.
El merengue, como ritmo y como danza bailable, logró convertirse en la música nacional del pueblo dominicano de la mano del dictador Trujillo. Desde su nacimiento a mediados del siglo XIX, hasta la llegada al poder del tirano, el merengue era un ritmo totalmente excluido de la sociedad, sólo era consumido y bailado en los sectores más humildes. Incluso, era considerado un sinónimo de baja ralea y de marginalidad. Pero al llegar al poder, Trujillo asumió el merengue como uno de los elementos de soporte ideológico de su represivo régimen, lo vistió de gala, buscó los mejores músicos y les hizo grandes bandas, llevó el merengue a los salones más exigentes de la sociedad y lo convirtió en la Música Nacional Dominicana. Con eso, hizo que el merengue fuera identificado con la tiranía.
Cuando el 30 de mayo de 1961 Trujillo es ajusticiado y su régimen de terror se desmorona, todo apuntaba a que el merengue también correría la misma suerte del tirano. Pero, justo en ese momento en que empezaba a construirse una época democrática en la nación, apareció un joven merenguero llamado Johnny Ventura que supo quitarle el tufo y la imagen trujillista al merengue, y lograr su preservación. Johnny le hizo cambios muy importantes: Creó el combo de pocos músicos, lo cual sustituía la grandes orquestas, colocó de pies a todos los músicos y puso a los integrantes del frente a realizar coreografías combinadas y atractivas, los vistió de colores llamativos, eliminó los smoking y trajes negros que usaban durante la tiranía, aceleró el ritmo para ponerle acorde a los tiempos, y él mismo se convirtió en una atracción como cantante y bailarín al frente del Combo Show de Johnny Ventura.
Con esa decisión, que alcanza niveles patrióticos, Johnny logró que el merengue pudiera superar la etapa trujillista, y continuara como el ritmo y la música más popular de los dominicanos. Pero el aporte patriótico del Caballo Mayor tuvo otro momento estelar, posterior a la segunda intervención militar estadounidense de 1965. Luego que concluyó la Guerra de Abril, en el país se inició la llamada “penetración cultural de Estados Unidos”, la cual conllevaba una incursión en nuestra nación, y muy especialmente en la juventud de la época, de las costumbres y modas de ese país del norte. Ante eso se inició una dura lucha en los barrios, a través de los llamados clubes populares y las organizaciones de izquierda, para enfrentar esa “penetración”.
Johnny asumió de forma valiente y militante esa lucha. Puso el merengue a competir de manera efectiva en contra del penetrante Rock and Roll, hizo temas muy populares para limitar esa presencia, dotó al merengue de la alegría, el dinamismo y los colores de la modernidad, y creó un estilo de bailar que impactaba a los jóvenes más que la “danza de los gringos”. Al mismo tiempo, de manera personal fue un actor social militante en favor de todas las causas justas del pueblo, enfrentó la represión del régimen balaguerista de los 12 años, apoyó las jornadas de lucha en favor de las libertades públicas y la democracia, y su arte y su vida siempre estuvieron al servicio de los mejores intereses del pueblo dominicano.
Johnny Ventura no fue solo un gran merenguero que nos puso a todos a bailar y a divertirnos con su música, sino que fue un gran patriota que usó el merengue para consolidar la soberanía, la libertad y el sentir de la dominicanidad. Su legado y su ejemplo permanecerán por siempre.