Nos sumamos a ese llamado de alerta, a propósito de la celebración el 21 de este mes del Día Mundial del Agua, en medio de la sequía que afecta a nuestro país. Siempre hemos abogado por el ahorro del agua a sabiendas de su falta en muchas partes del mundo.
La importancia del agua radica en que, además de ser utilizada para beber, asearnos y cocinar los alimentos, es necesaria para la producción agrícola y de energía eléctrica a través de la hidroeléctrica.
“El agua es vida; no la desperdicie”, así decía una cápsula de concientización difundida por la emisora Radio Continental, por los años 70. Hoy por la falta de conciencia y atención a advertencia como esa, un millón cuatrocientas personas mueren cada año por carecer de la misma y 74 millones verán acortada su vida por enfermedades relacionadas con el agua, saneamiento y la higiene deficiente, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ofrecen datos más secos, cuando afirman que una de cada 4 personas en el mundo (alrededor de 2,000 millones) no tiene agua potable segura.
Mientras que la oferta de agua puede continuar disminuyendo por su desperdicio y el maltrato al medio ambiente, se estima que la demanda de ese líquido aumentará un 55% en el 2055.
Para contribuir con la conservación y ahorro del agua debemos, no derrocharla en la ducha, cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes, ajustar el nivel de agua de la lavadora, reparar las fugas en las tuberías y en las llaves, reducir su nivel en el tanque del inodoro, evitar su contaminación, manteniendo limpios cisternas, tinacos y tanques, así como meditar un poco antes de llenar una piscina.
Siempre se ha dicho que la tercera guerra mundial será motivada por el control y propiedad del agua. Evitemos posibles conflictos bélicos por la disminuida oferta de ese necesario líquido y la muerte de millones de ciudadanos por esa razón. Hagamos conciencia. Ahorremos y defendamos el agua.