El PLD que Juan Bosch fundara en 1973, como antítesis del PRD y demás “aparatos” políticos, se trazó dos metas a largo plazo: a) concluir la obra de los Trinitarios (1838-1844); y b) constituirse en una escuela política. Si auscultamos, sin reparar en los extravíos políticos-ideológicos, podríamos concluir que una, de ambas metas -en términos de realizaciones de gobierno-, la cumplió a medias, pues quedaron pendientes una serie de realizaciones en la superestructura política sin materializarse, por extravíos pequeños burgueses y las consabidas luces y sombras de toda obra de gobierno. Sin embargo, donde sí Bosch tuvo éxito, y marcó un punto de inflexión teórico, fue en la construcción de una escuela política -¡quizás la única!- que formó verdaderos cuadros políticos aptos para el ejercicio del poder y la conducción del Estado. Eso nadie se lo puede regatear al extinto profesor Bosch, pues formó una legión de jóvenes para el ejercicio profesional de la actividad política (si una parte se extravió o no, esos son otros quinientos).
Precisamente, el pasado miércoles 15 de diciembre 2021, se cumplieron 48 años de la fundación del PLD y de ellos quince fueron de formación y oposición -más que nada a Joaquín Balaguer y a diferenciarse del PRD-; los demás fueron de aprendizaje en los poderes públicos, pugnas o conatos de apetencias pequeñas burguesas hasta alcanzar el poder, de la mano-alianza de su archirrival político-ideológico: Joaquín Balaguer -1996-, producto de una coyuntura (Frente Patriótico) o suerte de cerradera, histórica-balagueriana, al desaparecido líder de masas e internacionalista, José Francisco Peña Gómez. De modo, que, al PLD, como partido de oposición (20 años, cuasi ininterrumpidos), no se le puede evaluar solo por sus errores, sino también por sus aciertos y obras tangibles; además de que es un partido nacido y fraguado para ejercer el poder y por esa condición supo desarrollar dos fortalezas básicas en un partido político: vocación de poder y saber construir alianzas -y avanzar la agenda social histórica-acumulada-. ¡Qué nadie se llame a engaños!
Por ello y su paso por el poder, será difícil desplazarlo como fuerza política determinante, pues los partidos de larga existencia y constructores, sistemáticos, de “mayoría electoral” resulta difícil arrebatarle sus nichos-espacio máxime si pasó por el poder, se hizo sentimiento nacional y está conducido por hombres y mujeres fraguados en el quehacer de la política, desde la teoría y el poder; y encima, de un liderazgo experimentado y un relevo promisorio. Más la cantera de excelentes aspirantes presidenciables…
Esa realidad hace del PLD un hueso duro de roer, y a sus adversarios les será cuesta arriba borrarlo del imaginario popular por su trayectoria política-electoral, tradición de lucha; pero, sobre todo, siendo aún la segunda fuerza política y cabeza de la oposición, pues los demás están acostumbrados a morar bajo sombra y el de recién engendro -la FP- es vino viejo en odres también viejos y aliado táctico del PRM que no le quedará más salida -dado su exiguo nicho electoral y animadversión PLD (a pesar de ciertas fisuras PRM-FP)- que montarse, a su manera en el vagón de la repostulación. ¡Porque la polarización PRM-PLD -2024- no la despinta nadie…!
Finalmente, ¡Buen Aniversario!, como cantó el maestro Charles Aznavour… (a pesar de varios nudos o desafíos por encarar: 1- autocrítica-orgánica y evaluación derrotas políticas-electorales: 1- marzo-julio 2020, 2- reconexión plena partido-sociedad; y 3- cohesión interna postelección o selección, vía encuestas o primarias, del candidato -2024-, sin que medie la cultura-política del “dedazo”).