La pandemia del coronavirus ha traído grandes retos para nuestras naciones, de cara al retorno a la normalidad. El primer gran reto es controlar de manera definitiva el virus, a través de un proceso de vacunación amplio y efectivo, tratando de que en el más breve tiempo se pueda producir una inmunización colectiva.
El segundo gran reto es el económico, esto implica la aplicación de correctas medidas que provoquen una dinamización rápida de las economías de nuestros países.
El tercer gran reto es el de la educación. La pandemia afectó de manera sensible la eficacia de la enseñanza en este tiempo.
Primero cerró las escuelas por varios meses, luego cambió la manera de impartir la docencia y provocó que la nueva forma sea vía remota, por canales digitales y por los medios de comunicación tradicionales. En el caso dominicano, el Ministerio de Educación ha realizado todos los esfuerzos de lugar para que no se pierda el año escolar, para adaptarse a la impartición de la docencia a distancia y, muy especialmente, para que se retorne a la clase presencial.
Y ese esfuerzo de las autoridades educativas, en especial del ministro de Educación, Roberto Fulcar, tiene una motivación con mucho fundamento. El ministro es un especialista del área y sabe muy bien que en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre todo para nuestros niños y niñas de preprimaria y primaria, es tan importante enseñarles datos y conocimientos científicos como el proceso de socialización. Por eso es tan importante que se retorne a la clase presencial.
Enseñar bien no es solo llenar de datos científicos los cerebros de nuestros hijos e hijas. Enseñar bien es prepararlos para ser buenos ciudadanos, hombres y mujeres de bien, que tengan fe y llenen sus corazones de amor y solidaridad, para que sus conocimientos los puedan usar para beneficio del colectivo, de la sociedad. Por eso la necesidad de retornar a las clases presenciales. Y ante eso, surge la discusión de si la educación digital podrá reemplazar la presencial. A propósito del tema, el Banco Mundial publicó esta semana un informe donde afirman que “la educación a distancia no puede reemplazar la presencial”.
El informe se denomina “Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de l covid-19 en el sector educativo del ALC”. De acuerdo al Banco Mundial “hay tres tipos de problemas que influyen en esta situación: participación e interés de los estudiantes que es muy difícil de alcanzar y sobre todo de mantener; a los maestros les ha costado mantener el apoyo y monitoreo de los estudiantes e incluso si hay buen alcance y buena participación y además, la educación a distancia tiene temas de calidad”.
Por esas limitaciones, el informe expresa que “la falta de motivación de los estudiantes para realizar actividades en casa aumentó de 46 por ciento en mayo a 54 por ciento en septiembre, y este es el caso de los niños y adolescentes más vulnerables que reciben considerablemente menos apoyo de sus familias y que cuentan con mucho menor acceso a dispositivos digitales complementarios”.
Partiendo de ese informe del Banco Mundial, es muy correcta la posición del Ministerio de Educación de haber iniciado la clase presencial en 48 municipios del país. Y con ese paso responsable y firme, nos estamos preparando para que el próximo año escolar se inicie con clases presenciales en toda la geografía nacional.