La República Dominicana tiene una gran cantidad de niños de edad escolar legalmente inexistentes como resultado de haber nacido hijos de inmigrantes ilegales extranjeros, aunque la madre haya nacido en esta tierra y haya parido en hospital del Estado dominicano, así como por la aplicación del estatus alienista de tránsito mediante el cual se les niega nacionalidad y documentación a los hijos de “indocumentados”.
Como la población de inmigrantes ilegales haitianos se ha estimado desde hace muchos años en cuando menos un millón, en edad escolar de los 8 a los 18 años debería haber unos 300,000 niños de descendencia haitiana que, nacidos aquí, transitan la educación pública, lo cual señala un enorme déficit de registro de dominicanos sin derecho a la educación que garantiza la Constitución dominicana.
La existencia de cifras discordantes de esa magnitud denuncia a esta tierra nuestra que creemos justa e iniciadora del proceso que terminó en la declaración de los derechos humanos durante la revolución francesa, tal que las de voluntad fascista, genocida o esclavista, porque no puede de otra manera que se procure mantener en estatus de total ignorancia a los descendientes de los obreros del más bajo nivel socioeconómico, a quienes se les niega el pan de la educación con el obvio propósito de sustituir su progenie, muy especialmente porque la observancia de tal condición es tan fácil que conduce a la inmediata negación de la identidad dominicana del niño aquí nacido y la ratificación de la absurda condición de transitoriedad que se adjudica a los progenitores que aquí, a nuestra patria, llegaron sin pasaporte ni visado, ni talvez documento alguno, porque el cogreso nuestro dictó ley que contiene la interpretación absurda del estatus en transito para el indocumentado ancestro de manera que pueda producir hijos sin patria.
El derecho a la identidad, al igual que el derecho a la educación, no son pendejadas con que nación alguna puede jugar. Son ambos derechos fundamentales de la persona en su nacimiento, que ninguna nación tiene derecho a obliterar. Cada nacimiento no solo tiene que ser atendido, sino que el mero hecho de nacer entrega al naciente el derecho de tener una identidad. Oficial, registrada, propia y excluyente. Toda persona que llega a edad escolar tiene derecho a recibir educación, no importa donde viva, en su lugar de residencia.
De dónde carajos el pariente Taveras saca su derecho a excluir. El no lo tiene ni por su posición administrativa como Director General de Migración, ni por su posición política, que parece sacada de Mein Kampf. Qué carajos le da a él autoridad para convertirse en un maldito troglodita fascista.
Me apena y entristece que la nación dominicana sea afectada por gente incapaz de comprender la desgracia, la tristeza y la gloria de ser pobre, ocupándose primordialmente de encaminar acciones para conseguir riquezas explotando la pobreza, especialmente por cuanto son los mismos pobres rechazados por el sistema quienes se convierten en los criminales que el sistema auspicia y luego elimina.