En aras de una mejor sociedad se han procurado no pocas vías, desde violentas hasta pacíficas pasando por combinaciones o gradaciones de ambas.
En los siglos XIX y XX llegó a convertirse en una poderosa corriente el asumir que el principal obstáculo para el desarrollo social era la Economía de Mercado. Fue tal el predomino que tanto las soluciones que se planteaban por la vía de la violencia armada como por la vía pacífica tenían el mismo apellido: Socialismo.
En varios de los países más desarrollados del mundo surgieron los partidos socialdemócratas promotores del llamado Socialismo Democrático, asumiendo que por la vía de la democracia electoral era posible llegar gradualmente al Socialismo.
El otro camino, el de la lucha armada, tuvo resultados espectaculares: el país más extenso en territorio del mundo, Rusia, y el de mayor población, China, instauraron regímenes socialistas; más hace 30 años en ambos países sin lucha armada retomaron la Economía de Mercado como fundamento de su desarrollo, con diferentes matices. Y en relación al llamado Socialismo Democrático, la realidad es que los gobiernos que se han instaurado no presentan ninguna diferencia respecto a los demás partidos; han sido tan buenos o tan malos como aquellos.
De ahí que volvemos con la pregunta con la cual iniciamos: ¿Cuál es el medio para mejorar la sociedad humana y cada nación en particular? Aunque se repite y se repite hasta llegar a ser una frase manida, no hay otra vía para el desarrollo personal y social que la educación; pero la educación tiene que ser superada en los límites de su enfoque tradicional.
Sólo será así cuando el qué aprender se entienda como competencia no sólo limitada al conocimiento, sino que en lo concreto corresponda además a asumir valores, habilidades y actitudes. Una educación de calidad que aborde real y profundamente la actitud ante la vida como un trascendente aprendizaje puede significativamente contribuir a superar “vacíos” humanos por los cuales-por ejemplo- más de 60 mil estadounidenses mueran cada año por sobre dosis de drogas o que una educación con sólida orientación hacia competencias en habilidades laborales puede contribuir a dar respuesta a empleos de calidad que han de impactar la vida de no pocas personas.
Se puede concluir que la educación sí es la solución; pero para que alcance su sitial hay que transformar el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y el para quién del aprendizaje y así hacer realidad ese POR QUÉ. Macro políticas públicas con la educación como fundamento es el más efectivo camino para el desarrollo social y personal.