El 31 de enero, Día de San Juan Bosco, conocido también como Don Bosco, fue instituido por decreto del presidente Joaquín Balaguer, en 1993, como el Día Nacional de la Juventud, en homenaje al santo católico y para que los jóvenes dominicanos tengan un día propio en el calendario de las efemérides.
El gran mérito de Don Bosco fue el de haber identificado a los jóvenes como un segmento importante de la sociedad, en un momento histórico en que el patriarcado no distinguía entre niños y personas que ya habían alcanzado un nivel superior de maduración.
Fue precisamente a través del lema que constituye el principio fundamental de su trabajo con los jóvenes: “Estudio, deporte y oración” como supo canalizar las energías propias de esa etapa de la vida con una finalidad académica y la oración como guía de todas las actividades.
A partir de las movilizaciones de la juventud francesa, en las jornadas de mayo de 1969, los jóvenes adquieren una especie de carta de ciudadanía en todas las sociedades occidentales, un hecho que los mercados no tardan en identificar y convertir en un sector de consumo, con su propia música, sus modas en cuanto a ropa, cortes de cabello, lo que genera incluso diferentes jergas.
La juventud es la etapa en la que los sentimientos, las emociones y los deseos se viven con mayor intensidad, de ahí que los jóvenes que abrazan ideales también los expresan y los viven intensamente, lo que a veces contrasta con la parsimonia de los adultos, que se preguntan a qué tanto apuro.
La idea de la independencia, el proyecto de patria que nos legaron los trinitarios, surgió precisamente de los altos ideales de ese grupo de jóvenes liderados por Juan Pablo Duarte, que tal vez no tenían una experiencia de lucha, pero les sobraba el coraje, la rectitud y la claridad de sus propósitos para llevar a este país a ser una república independiente.
Es por eso que el país necesita que sus jóvenes conozcan las luchas de sus héroes, pero que aprendan a mirar al futuro con esperanza y sentirse capaces de construir una república laboriosa, una sociedad más justa, una paz duradera forjada en el estudio, en el deporte, en todas las disciplinas que sirvan para formar mejores hombres y mujeres y, sobre todo, ciudadanos comprometidos con el progreso y el bienestar de todos.