El Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor, establecido por la Unesco un 15 de noviembre de 1995, se celebra el 23 de abril, y su objetivo es fomentar la lectura, como también reconocer el derecho de cada autor a la propiedad intelectual de su propia obra literaria.
La fecha fue elegida como una manera de rendir homenaje a grandes escritores universales: Miguel de Cervantes, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Vlamidir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo, entre otros, precisamente porque ese día o muy próximo se conmemora el natalicio o fallecimiento de estos ilustres autores.
Los derechos de autor incluyen un conjunto de principios y normas jurídicas que establecen los derechos morales, patrimoniales y universales que tienen todos los autores y escritores de obras literarias, científicas, musicales, artísticas o de carácter didáctico.
En esta categoría también figuran los creadores de programas informáticos, anunciantes y publicistas, productores de cine y otros, en lo que se considera en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como una garantía fundamental.
El escritor argentino Jorge Luis Borges señaló alguna vez que la mayoría de los inventos del hombre son prolongaciones de sus extremidades, como la rueda, las herramientas, las armas, pero el libro es otra cosa, decía Borges, el libro es una prolongación de la memoria y de la imaginación y esto le da una categoría superior entre las invenciones humanas.
Los que aprendimos a leer en páginas impresas, los que tuvimos que acudir a bibliotecas escolares o públicas para resolver las tareas diarias, aprendimos desde temprana edad el valor de los libros, precisamente porque en el ambiente en que crecimos su costo resultaba prohibitivo para el exiguo presupuesto aportado por padres que pretendían dejarnos una buena educación como única herencia.
Los nuevos formatos electrónicos, como PDF, e-pub y otros a los que se puede acceder mediante computadoras, no han logrado desterrar a los libros impresos, que continúan siendo fuente inagotable de sabiduría y ayudan al hombre a transformar su mundo interior y exterior.
Son como puertas que se abren hacia nuevos conocimientos y valiosos recursos que ayudan en el desarrollo de la creatividad y de las capacidades cognitivas, en particular de los niños, pero también ayudan a disfrutar de un derecho inherente a todo ser humano, el derecho a aprender más y hasta soñar.