Desde el año 2003, el 17 de diciembre se celebra el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras sexuales, una efeméride que nació por los crímenes violentos que ocurrieron en la ciudad de Seattle entre los años ochenta y noventa, y que fueron perpetrados por el “El Asesino de Green River”.

Durante este periodo, este hombre mató a más de 49 prostitutas y cuando se le detuvo, dijo con la mayor franqueza que su meta era “matar al mayor número posible, con la finalidad de limpiar las calles”.
Desde entonces se ha tomado el 17 de diciembre como un día de homenaje para las víctimas, pero con el tiempo su finalidad se orienta a darles voz a todas las trabajadoras sexuales que sufren todo tipo de maltratos y abusos.

La prostitución es un fenómeno tan antiguo como la humanidad misma, de ahí que se la suele designar irónicamente como “la profesión más antigua del mundo”, pero lo que casi nadie tiene en cuenta es que la mayoría de estas mujeres suelen ser víctimas de la trata, son explotadas de la manera más inhumana y al mismo tiempo son estigmatizadas por la sociedad, aunque son seres humanos de carne y hueso que tienen los mismos derechos que todos nosotros.

Incluso si no estamos de acuerdo con su forma de vida y pensemos que no se las debiera considerar trabajadoras, ese rechazo no es en realidad al ser humano que tenemos enfrente, sino a lo que creemos que representa, que es un conjunto de conceptos y significados, muchas veces basados en prejuicios religiosos o morales que se utilizan para justificar una condena impuesta de antemano.

Muchas veces se las llama “mujeres de vida alegre” lo que en realidad es una triste y perversa ironía, porque estas mujeres sufren la explotación de los proxenetas, la persecución de policías corruptos que a veces les roban toda su recaudación, y el rechazo de una sociedad que las señala con el dedo como si fueran la peor de las lacras.

Por todo lo antes expuesto cada año las organizaciones en pro de los derechos de las trabajadoras sexuales se lanzan a la calle, a exigir que se les garanticen los derechos que ellas ya tienen simplemente por haber nacido humanas y ser ciudadanas del mundo.

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