Dos códigos de fundamental importancia para el desarrollo institucional del país, el Penal y el Laboral, desfasados y que por años se ha tratado en vano de consensuar con modificaciones que reflejen el sentir mayoritario de la sociedad para modernizarlos, se encaminan a una aprobación incompleta.
Cada uno tiene un escollo que por décadas ha frustrado la posibilidad de acuerdos, porque lo que las tres causales para la interrupción del embarazo son para el Código Penal, la cesantía lo es para el laboral.
El mensaje que llega desde el Poder Ejecutivo es de fatiga, por lo que pretende pasar ambas páginas y “saltarse” en el Laboral lo de la cesantía y para el Penal introducir en forma parcial, por retazos, proyectos de ley que contemplan calificaciones jurídicas y delitos.
Una pena que al final de discusiones añejas se termine así.
Paradójico con el Código Laboral, es que “todo el mundo” coincide en que hay que introducirle cambios, pero las modificaciones reales nunca llegaron y tendremos, como siempre resuelven nuestros legisladores, la normativa laboral que fue “posible”.
Igual con el Código Penal, porque existe consenso sobre la necesidad de uno nuevo para superar al actual, antiguo, desfasado, y ajeno al dinámico mundo de hoy, pero seguiríamos con el mismo con “pedazos” repartidos en varias leyes, consideradas “parches jurídicos”.
Si en ambos proyectos todo termina como se presume que terminará, es porque los legisladores y líderes de los partidos que representan, no supieron enfrentar con entereza la realidad, y solo juegan a quedar bien con Dios y con el Diablo.
Los sucesivos gobiernos en las décadas que abarcaron las discusiones tampoco se ocuparon de desempeñar una mediación transparente ni de promover un ambiente que permitiera modernizar esas legislaciones, sin protagonismo ni predominio de nadie, pese a que se trataba de promesas electorales.
En lo laboral, la modificación debió ser pactada en beneficio del trabajador y sin perjuicio del empleador, sin que implicara retrocesos ni menguara derechos adquiridos. Con el Penal, nunca se pudo desatar el nudo de incorporar al texto las tres causales o que entrara el mar, o que en su defecto hubiera una legislación especial, aunque existía un punto de partida común: consenso sobre la necesidad de un nuevo código.
Si a la postre todo se queda igual, con ambas piezas truncas, que nadie venga a reivindicar victoria o éxito alguno.