El 28 de enero, desde 1997, se celebra el Día Mundial de la Acción Frente al Calentamiento Terrestre, también llamado Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, una fecha para crear conciencia sobre el daño que la acción humana está causándole al planeta, cuya temperatura media va en aumento y no es un problema menor, sino que es causa de un empeoramiento progresivo de las condiciones de vida de todos los seres vivos, incluidos los humanos.

Entre las causas de ese calentamiento figuran la actividad solar y las erupciones volcánicas, que aumentan cada vez más, a lo que hay que sumar la tala indiscriminada de los bosques y selvas, con pérdida de una gran variedad de flora y fauna vitales para el equilibrio ambiental.

La quema de los combustibles fósiles y el uso excesivo de los fertilizantes y herbicidas que arrasan con la microbiótica de los suelos, más la generación de residuos que contaminan el suelo, los cursos de agua y el mar, lo que alcanza niveles alarmantes.

La excesiva generación de dióxido de carbono es la causa principal del agujero de la capa de ozono, lo que genera el efecto invernadero y el aumento del calor, el enrarecimiento del aire y la muerte de microorganismos esenciales para la vida.

Las posibilidades de mejoría son escasas, y con las nuevas autoridades que gobiernan la mayor potencia de la tierra, que consideran al cambio climático una leyenda y solo les interesa hacer negocios, todo indica que se irá de mal en peor.

Uno de los grandes problemas es precisamente que las grandes potencias, que son las mayores causantes del problema, aceptan discutir la cuestión en foros multilaterales como el Acuerdo de París, pero a la hora de aportar los fondos para implementar soluciones miran para otro lado mientras continúan sus procesos de depredación, extracción de recursos y contaminación indiscriminada del suelo.

Lo que se necesita es reducir la llamada huella del carbono, esto es reemplazar progresivamente los combustibles fósiles por energía eólica o solar, que poco a poco empiezan a ser rentables, pero también trabajar en un cambio profundo de los hábitos de consumo, en la gestión de los residuos, en la cultura del reciclaje, entre otros aspectos.

Solo así podrá evitarse que el planeta se muera y la vida desaparezca por completo.

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