Hará 181 años este 30 de Marzo, que los dominicanos conseguían en Santiago una épica victoria sobre las tropas haitianas, con la que se consolidó la independencia nacional y se afianzó la determinación de tener una patria libre de toda dominación extranjera.
La derrota de los adversarios haitianos fue recibida con alegría luego de que las huestes criollas, comandadas por el general José María Imbert, resistieran cinco ataques, por dos flancos, en los que los invasores tuvieron 600 bajas y una mayor cantidad de heridos. Los nativos no contaron pérdidas.
Como en todas las batallas, cuando un ejército organizado se enfrenta con un pueblo dispuesto a luchar hasta la última gota sangre, suele ser el pueblo el que pone en desbandada al ejército porque no hay arma más poderosa que la dispuesta al sacrificio supremo.
El general Imbert no fue el único héroe de la épica Batalla de Santiago; en el terreno se destacaron Pedro Eugenio Pelletier y Achilles Michel, y fue la carga de Fernando Valerio la que llevó a las fuerzas nacionales al triunfo definitivo.
También dejaron su impronta en aquel día glorioso para la nación dominicana José María López, al mando de la artillería, y Ángel Reyes, encargado de comandar el batallón “La Flor”, integrado en su mayoría por decenas de jóvenes de Santiago.
Cabe mencionar también a Juana Trinidad, conocida como “Juana Saltitopa” o “La coronela” junto a todo ese conjunto de luchadores que con su heroísmo y entrega fueron capaces de culminar con un triunfo aquella magna gesta.
En la eternidad a la que se mudan los auténticos héroes resuenan estas palabras que pronunciara el general José María Imbert: “Por una protección manifiesta de la Divina Providencia, el enemigo ha sufrido semejante pérdida sin que nosotros hayamos tenido que sentir la muerte de un solo hombre ni tampoco haber tenido un solo herido. ¡Cosa milagrosa que solo se debe al Señor de los Ejércitos y a la justa causa!”
Mientras las autoridades nacionales y el cabildo de Santiago de los Caballeros preparan los actos de homenaje a estos combatientes que ayudaron a forjar esta nación, vaya nuestro emocionado tributo a todos y cada uno de ellos, porque hicieron realidad los anhelos de Juan Pablo Duarte al decidirse a defender con su vida el honor de tener una patria.